El 10 de octubre el líder de oposición, Raila Odinga, anunció que se retiraba de carrera presidencial y buscó anular las elecciones.
Uhuru Kenyatta fue reelegido presidente de Kenia tras conseguir el 98,26 % de los votos en la repetición de las elecciones presidenciales del pasado jueves, marcadas por el boicot de una oposición, que pidió a sus seguidores que no votaran por una supuesta falta de garantías democráticas.
Su llamamiento motivó que la participación cayera cerca de 41 puntos -del 79,5 % al 38,9 %- con respecto a la votación del pasado 8 de agosto, que fue invalidada por el Tribunal Supremo tras detectar numerosas irregularidades en el recuento.
Además, 1,6 millones de votantes adscritos a cuatro condados del oeste del país no han podido ejercer aún su derecho por la suspensión de la votación en sus colegios ante los violentos enfrentamientos que hubo al comienzo de la jornada electoral entre seguidores de la oposición y la policía.
El líder de la principal coalición opositora, Raila Odinga, anunció el pasado día 10 que se retiraba de carrera presidencial y buscó anular las elecciones, pero la Justicia ordenó que se siguiera adelante con el proceso, que finalmente se ha saldado con la aplastante victoria de Kenyatta, sin rival en las urnas.
El país, que vive una fractura social y política, se dividió una vez más entre los jubilosos seguidores de Kenyatta, que salieron a las calles a celebrar la reelección de su líder, y los de la Súper Alianza Nacional (NASA), el partido de Odinga, que se apresuraron a mostrar su descontento.
En el barrio chabolista de Kibera, en Nairobi, uno de los principales bastiones de la oposición, se vivieron situaciones de tensión inmediatamente después del anuncio de la victoria de Kenyatta, con la policía dispersando de forma violenta a los manifestantes.
El temor a que se repita la violencia postelectoral de 2007, unos enfrentamientos étnicos que se produjeron después de que Odinga tampoco reconociese su derrota y que se saldaron con la muerte de más de 1.100 personas y el desplazamiento forzoso de más de 600.000, es latente entre los ciudadanos de Kenia. (EFE)
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