Un total de 57 personas murieron en la región montañosa de Bicol, en el sudeste de Manila, y otras 11 fallecieron en la isla de Samar. La mayoría de las muertes se produjeron por ahogamiento o por deslizamientos de tierra.
Al menos 68 personas han muerto y otras casi 129,000 se encuentran desplazadas por el paso de la tormenta tropical Usman a Filipinas, que ha causado inundaciones, avalanchas de tierra y otras catástrofes en parte del país.
Las autoridades han declarado el estado de calamidad en las provincias de Camarines del Sur, Albay y Sorsogon, pertenecientes a la región de Bicol, situada en el sureste de Luzón, la isla principal del norte de Filipinas.
La mayoría de las víctimas mortales ocurrieron en corrimientos de tierra y corresponden a Bicol, indicó hoy el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres, el organismo filipino que coordina la información durante las catástrofes y que advierte que la cifra "está pendiente de verificación".
Las autoridades de Camarines del Sur prevén que aumentará la cuenta de víctimas en su territorio, que tiene una población de casi dos millones de habitantes y cuya capital es Pili.
De los 128,982 afectados en la lista oficial provisional, solo 14,444 filipinos se encuentran atendidos en los 112 centros de acogida habilitados en las regiones central y septentrional del país, las más afectadas.
La cifra de daños en infraestructuras está comenzando porque solo contiene seis viviendas destruidas y siete parcialmente dañadas, además de trastornos en 78 carreteras, tres puentes y 23 plantas eléctricas.
El daño en otras regiones
Visayas Oriental, junto a Bicol, es la otra región filipina más castigada por Usman, una depresión tropical que tocó tierra el sábado pasado y que se aleja por el mar Meridional de China convertido en una baja presión.
"Esta perturbación meteorológica ha dejado de afectar al país", dijo hoy el Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres, tras situarla a 750 kilómetros al oeste de Puerto Princesa, la capital de la islas de Palawan, situada en el oeste del archipiélago.
Para la filipina Merly Atanacio, de 50 años, la partida de Usman no es un alivio porque lo ha perdido todo, después de que una avalancha de tierra se llevase su casa en Sagñay, en Camarines del Sur.
La mujer salvó su vida, así como su marido, Teodoro Atanacio, de 57, y sus hijos Cindy, de 17, Joey, de 14, Riza, de 10, y Crisanta, de 7.
En Manila, las inundaciones y las lluvias no han impedido que decenas de miles de filipinos acudieran hoy a la iglesia de Quiapo a pasear al Nazareno Negro, un anticipo de la multitudinaria procesión que celebran cada 9 de enero a esta imagen venerada.
Información de EFE
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