El local 'Forgive Barbecue', ubicado al noroeste de Pekín, es uno de los pocos restaurantes de China con camareros con discapacidades auditivas. A través de dichas tarjetas y de sencillas expresiones faciales pueden desempeñar su labor con total normalidad.
Situado en el distrito artístico 798, en el noreste de Pekín, el 'Forgive Barbecue' es uno de los pocos restaurantes de China con camareros con discapacidades auditivas, quienes a través de tarjetas y de sencillas expresiones faciales pueden desempeñar su labor con total normalidad.
Allí, Cao Xueting atiende a los comensales con mirada de concentración y una sonrisa tímida en el rostro. Lo hace en silencio, de forma tranquila pero resuelta, y cuando éstos le preguntan por el menú, rápidamente dirige sus ojos hacia unas tarjetas de colores.
Dichas estampas son de lo más variadas: desde añadir agua a la sopa caliente hasta pedir la cuenta, estas "cartas-guía" permiten romper la barrera comunicativa entre los clientes y los miembros del servicio del local, integrado exclusivamente por personas sordas.
"Fue un amigo quien me enseñó este sitio. Aquí siempre hay mucha gente y es un muy buen negocio", afirma a EFE Cao, de 21 años, a través del lenguaje de signos. Ella forma un equipo con otros tres compañeros, también sordos, con quienes se distribuye la rutina habitual del restaurante a través de señas y gestos corporales.
El establecimiento abrió sus puertas hace ya dos años. Antes de entrar a trabajar, todos los camareros pasaron por un "entrenamiento" de varios meses, en donde además de aprender las tareas del día a día también ganaron confianza en sí mismos.
Del techo del restaurante cuelgan unos carteles con instrucciones básicas sobre cómo pedir comida, solicitar la cuenta o dirigirse a los camareros, acompañados de dibujos con los gestos más básicos del lenguaje de signos. Al fondo, una pared aparece repleta de cientos de post-its de color rosa, con notas que alternan la gratitud por el buen servicio y la comida con ánimos y mensajes de apoyo.
En cuanto a los clientes, sus rostros varían desde la perplejidad inicial a una creciente sensación de curiosidad, la misma que lleva a muchos, como a repetir la experiencia una segunda vez.
EFE
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