José María 'Chema' Salcedo te explica cómo se construyó, qué ambientes tiene y cuál es la importancia de la residencia del presidente de los Estados Unidos.
Han pasado 225 años desde que se colocó la primera piedra de una de las residencias presidenciales más importante del mundo: la Casa Blanca. Un día de 1790, George Washington, el primer mandatario de los Estados Unidos, amaneció con la idea de construir una sede de gobierno. Por cosas del destino, el que dio la propuesta no fue el primer inquilino del edificio. El primer inquilino en establecerse allí fue John Adams en 1800.
La Casa Blanca lleva este nombre gracias al presidente Theodore Roosevelt (1901-09), quien notó que el edificio fue pintado de blanco para cubrir los daños que le dejaron las tropas británicas en 1814. Pero antes de ser blanca, la casa fue gris. “La importancia de la Casa Blanca se debe a que es un lugar no solo de residencia sino de toma de decisiones del Ejecutivo en un país que ha sido, junto a la Unión Soviética, la gran potencia mundial”, explica el internacionalista Ariel Segal.
La nueva residencia de Donald Trump, que asumirá el cargo este viernes, está ubicada en la avenida Pensilvania en Washington D.C., la capital de los Estados Unidos de América. Cuenta con 132 dormitorios, 412 puertas, 147 ventanas, 28 chimeneas, 60 escaleras y 7 ascensores. Es un edificio de seis pisos. Entre sus ambientes se encuentran el balcón Truman, la Sala de Crisis, la Sala de la Cena de Estado para 140 personas y el Salón Oval, la oficina del presidente de los Estados Unidos.
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