Entre marzo y mayo, los 67 millones de franceses vivieron confinados en sus casas y sólo podían salir para ir a trabajar cuando no era posible hacerlo a distancia o para realizar actividades básicas como comprar víveres, medicamentos o hacer una hora de ejercicio diario.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron anunciará este miércoles nuevas restricciones, que podrían traducirse en un nuevo confinamiento general de la población, para frenar la segunda ola de COVID-19.
Tras mantener una reunión urgente de gabinete y consultar con los principales líderes parlamentarios y sociales, Emmanuel Macron anunciará a las 8 de la noche (hora local) nuevas medidas que, según advirtió un consejero ministerial, serán "impopulares".
La hipótesis más probable, según varias fuentes citadas por los medios de comunicación, es un nuevo confinamiento nacional de cuatro semanas, pero menos estricto que el de la primavera, ya que las escuelas podrían permanecer abiertas.
"Se necesitan medidas fuertes, medidas potentes, comprensibles para todos los franceses, probablemente a nivel nacional", justificó el jefe del partido presidencial, La República en Marcha (LREM, centro), Stanislas Guerini.
Entre marzo y mayo, los 67 millones de franceses vivieron confinados en sus casas y sólo podían salir para ir a trabajar cuando no era posible hacerlo a distancia o para realizar actividades básicas como comprar víveres, medicamentos o hacer una hora de ejercicio diario.
'Riesgo de desbordamiento'
Más de 2 900 pacientes con coronavirus estaban ingresados en cuidados intensivos este martes en Francia, es decir que más de la mitad de las camas disponibles en estos servicios (5 800 camas) están actualmente ocupadas.
En la página oficial del gobierno, las autoridades dieron cuenta de 288 muertos en los hospitales el martes en las últimas 24 horas, y 235 en residencias para ancianos en los últimos cuatro días, lo que eleva el balance a 35 541 fallecidos en Francia desde el inicio de la pandemia.
En los momentos más duros de la primera ola, en abril, se registraron más de 700 muertos algunos días, entre hospitales y residencias para ancianos.
El gobierno francés buscaba a toda costa evitar un segundo confinamiento nacional que golpearía a la economía ya fragilizada.
En su lugar, impuso un toque de queda nocturno en París y las principales ciudades del país hace dos semanas que obliga a alrededor de 46 millones de personas -dos tercios de la población- a quedarse en sus casas entre las nueve de la noche y seis de la mañana.
Otras opciones que el gobierno estudia es extender las horas del toque de queda, posiblemente acompañado de un confinamiento domiciliario de fin de semana, o bien ordenar confinamientos localizados en las regiones más afectadas, como la parisina.
AFP
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