El testimonio de esta mujer se suma a otros seis que se han podido escuchar en esta histórica reunión convocada por el papa Francisco para abordar los abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia católica.
"Buenas tardes, quería contarles de cuando era una niña. Pero es inútil hacerlo porque cuando tenía 11 años un sacerdote de mi parroquia destruyó mi vida", así comenzó uno de los testimonios de una mujer italiana sobre el que los líderes de la Iglesia católica reflexionaron durante la reunión sobre los abusos en el Vaticano.
El testimonio fue escuchado este viernes antes de la oración final y publicado el último sábado por el Vaticano.
La mujer explicó que de ese periodo solo le queda el recuerdo de "todas las veces en las que él me bloqueaba a mí, niña, con una fuerza sobrenatural: yo me paralizaba, me quedaba sin respirar, salía de mi cuerpo, buscaba desesperadamente con los ojos una ventana para mirar hacia afuera, esperando que todo terminara. Pensaba: 'si no me muevo, de repente no sentiré nada; si no respiro, de repente podría morir'".
El testimonio de esta mujer se suma a otros seis que se han podido escuchar en esta histórica reunión convocada por el papa Francisco para abordar los abusos por parte de miembros de la iglesia y que concluirá este domingo con una misa.
La mujer explicó que cuando era niña solo podía pensar: "¡Seguramente habrá sido culpa mía!" o "¿Me habré merecido este mal?".
"Sentía que ya no valía nada, ni siquiera que existía. Solo quería morir: lo he intentado... no lo he logrado", agregó la mujer, que explicó a los 190 representantes de la jerarquía católica que los abusos continuaron durante cinco años y "nadie se dio cuenta".
"Para no hacerme sentir el dolor, el asco, la confusión, el miedo, la vergüenza, la impotencia, mi mente ha removido los hechos ocurridos, ha anestesiado mi cuerpo colocando distancias emotivas con respecto a todo aquello que vivía causando en mí enormes daños", relató.
Señaló que ha necesitado 40 años para encontrar la fuerza de la denuncia y sobre todo que lo tuvo que contar solo a sacerdotes por lo que resultó aún más difícil.
"Creo que una presencia femenina [en la Iglesia] sería una atención necesaria e indispensable para acoger, escuchar y acompañar a nosotros víctimas", propuso.
La mujer concluyó su testimonio defendiendo a las personas que han guardado silencio durante todos estos años "por la vergüenza" y sostuvo que "las heridas jamás prescriben".
Información de EFE
Comparte esta noticia