Las autoridades de Brasil se preparan contra reloj para una explosión de contagios "similar al que ocurre en países de Europa, como España, Reino Unido y Francia", según declaró este lunes a los periodistas el ministro de Salud, Marcelo Queiroga.
Vuelos cancelados, largas filas para hacer pruebas de COVID-19 y un nivel de infecciones no visto en medio año marcan una nueva etapa de la pandemia de coronavirus en Brasil, que al igual que el resto del mundo está siendo castigado con fuerza por la variante ómicron.
Las autoridades brasileñas se preparan contra reloj para una explosión de contagios "similar al que ocurre en países de Europa, como España, Reino Unido y Francia", según declaró este lunes a los periodistas el ministro de Salud, Marcelo Queiroga.
Pese a todo, Queiroga espera que la cascada de positivos no derive en una "explosión de ingresos hospitalarios" ni de fallecidos en la misma proporción, en función de los buenos datos de vacunación, que han permitido que el 67 % de la población tenga ya la pauta completa.
BRASIL ESPERA RÉCORD HISTÓRICO DE CASOS
De cumplirse los pronósticos del Ministerio de Salud, ya contemplados desde hace semanas por especialistas sanitarios, Brasil superaría con creces el máximo diario de infectados con coronavirus que registró el 23 de junio de 2021, con 115.228 positivos.
El pasado 18 de septiembre llegó a notificar de una vez 150.106 casos de COVID-19, pero ese número fue en realidad una corrección al alza que incluyó miles de diagnósticos de 2020 y 2021 que no habían sido contabilizados hasta entonces.
También hay previsiones más pesimistas, como una reciente de la Universidad de Washington (Estados Unidos) que prevé que Brasil puede llegar al millón de contagios diarios en dos semanas.
Lejos aún de esos números, el 'efecto ómicron' ya se siente tanto en el ámbito sanitario como en el económico en este vasto país de 213 millones de habitantes, uno de los más azotados por la pandemia del mundo, con unos 620.000 fallecidos y más de 22,5 millones de casos.
Los contagios de COVID-19 prácticamente se han cuadriplicado en la última semana, coincidiendo justo con el final de las fiestas navideñas.
En Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos ciudades más pobladas del país, con cerca de 20 millones de habitantes en total, se sospecha que en la primera semana del año hubo un récord histórico de casos desde la irrupción del virus.
Se sospecha porque en ese periodo un presunto ataque hacker en los sistemas informáticos del Ministerio de Salud, que sólo ahora se está resolviendo, impidió conocer la evolución real de la pandemia entre diciembre y principios de enero.
Pero hay otros datos que reflejan el avance inexorable de ómicron. Por ejemplo, en Sao Paulo, el número de profesionales sanitarios de baja por COVID-19 se triplicó en el último mes en la red pública, desde 90 hasta 269, según datos oficiales.
Además, la demanda por test de diagnóstico se ha disparado en las farmacias y los ambulatorios de atención primaria están hasta arriba de pacientes con síntomas gripales, pues además de la COVID, Brasil enfrenta un brote de influenza del virus H3N2 en pleno verano austral.
DECENAS DE VUELOS CANCELADOS
La variante ómicron también está empezando a afectar a la frágil actividad económica del país, en especial al sector aéreo.
Importantes aerolíneas, como Latam y Azul, se han visto forzadas a cancelar decenas de vuelos nacionales e internacionales ante el repentino aumento de las bajas de sus tripulantes, ya sea por COVID-19 o gripe.
La filial brasileña de Latam, la mayor empresa aérea de América Latina canceló 121 vuelos previstos entre el sábado pasado y el próximo domingo, y pidió a sus clientes confirmar el estado de sus vuelos antes de dirigirse al aeropuerto.
En el caso de Azul, fueron al menos 89 cancelaciones entre el jueves y el sábado pasados, después de registrar un aumento en las bajas de sus trabajadores del 400 % en la última semana.
EFE
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