Óscar Felicio Silva Saturne ya se encuentra en casa tras una batalla dura y sin descanso contra el coronavirus que se inició para él el 31 de marzo. Estuvo mes y medio en cuidados intensivos, 45 de ellos intubado, cumplió años en planta, 58, justo antes del alta. Lo celebraron con torta y velas.
Óscar Felicio Silva Saturne, un cocinero uruguayo residente en la ciudad de Ourense, España, descansa por fin en su casa tras una batalla dura y sin descanso contra el coronavirus que se inició para él el 31 de marzo. Mes y medio en UCI, 45 de ellos intubado, y con complicaciones sobrevenidas por sus bajas defensas. Cumplió años en planta, 58, justo antes del alta.
Setenta y un días en la UCI. El cómputo, ya de por sí, asombra. Óscar se encuentra en este momento en el comienzo de la larga recuperación de una enfermedad nueva en el mundo. Los sanitarios calculan que tardará un año en restablecerse del todo.
Ha estado "entre la vida y la muerte" y es consciente de ello; aunque le atormente el pensamiento de qué ocurrirá con la economía doméstica. Facundo Correia, hijo del sobreviviente, contó que vivió momentos muy duros en el hospital con esta enfermedad. "Casi no lo cuenta, si no llega a ser por el equipo médico, que fue excelente".
Ivonne Bazano, su esposa, explica que las secuelas físicas y psíquicas de Óscar son evidentes. Su pulmón derecho ha quedado "tocado". Debido a su larga travesía por cuidados intensivos, perdió además mucha masa muscular y adelgazó varios kilos, todo ello antes de comenzar de forma casi milagrosa a volver a ser un poquito el que era.
Ahora “ya camina, se maneja con los cubiertos y puede escribir”; todo un “paso de gigante”, en palabras de Bazano, que es su gran apoyo en este momento, en el que Óscar todavía está entre fatigado y desconcertado.
Si venció al minúsculo patógeno es, creen ambos, porque “nunca se dio por vencido”. Estuvo conectado a un respirador y el personal médico tuvo que hacerle una traqueotomía.
“Ha sido muy duro. Los primeros días parecía que su organismo iba bien hasta que me llamaron y me dijeron que estaba grave y que no le daban más de tres o cuatro días de vida”, narra.
Uno de los instantes grabados en la mente de Ivonne es cuando él movió su brazo, justo cuando lo pasaron a planta y pudieron reencontrarse.
“Fue muy emocionante cuando levantó la mano para acariciarme porque ese pequeño gesto significaba que él estaba conectando un poco conmigo. Notarlo resultó increíble", dice.
Ya en su hogar, esta pareja disfruta del estar de nuevo juntos pese a que todavía queda por delante un largo proceso por recorrer. “Pero no importa, es una nueva oportunidad que nos da la vida”, confiesa Bazano.
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