RPP Noticias conversó con la banda peruana Catervas acerca de su sexto álbum, 'Laberinto', caracterizado por un sonido electrónico entre el shoegaze clásico, el dream pop y el synth pop ochentero
En 1996, Catervas irrumpió en la escena musical nacional con su demo homónimo. En seis pistas, la banda de los hermanos Pedro (voz y guitarra), Raúl (bajo) y Javier Reyes (batería) dejaba las cosas más o menos claras: lo suyo era el post punk con una envoltura melódica que recordaba al primer The Cure.
Al año siguiente, la banda aparecía en la compilación Crisálida Sónica, con dos temas que hacían énfasis en la construcción de ambientes sonoros etéreos con guiños a Brian Eno y Cocteau Twins. El 2001, llegaría el primer álbum, Catervas, que incluía aquellos dos temas, pero incidía en un sonido más guitarrero.
Desde entonces, han pasado cinco discos hasta el último agosto, en que la ya veterana banda nacional lanzó Laberinto, un trabajo que parece dar un paso más en aquella exploración sónica que inició hace más de 20 años.
RPP Noticias conversó con los hermanos Pedro y Raúl, y el tecladista Juan Esquivel acerca de este nuevo trabajo que se gestó en medio de la pandemia.
Un laberinto de experimentación
Vistas, suavizando mis sentidos.
Vistas, desde el sueño más profundo.
Vistas, van pintando un nuevo mundo.
Despierta… para desafiar al viento.
Esos son los primeros versos de Laberinto, pertenecientes a la canción El Sonido, un tema de aura dream pop, que transita entre la ensoñación y la melancolía, y que sintetiza el espíritu del álbum.
Pedro: “Teníamos claro que un tema que podría sintetizar totalmente el aura del disco era El Sonido, por su estructura, por los cambios que tenía, porque quizá fue el tema más difícil de grabar (…) Me gusta mucho como quedó la mezcla de esa canción. Es como el nombre del disco, un laberinto, cada cambio que hay no sabes por donde va a ir o cómo va a acabar”
El álbum está compuesto por diez canciones, tres de ellas “instrumentales”, por decirlo de algún modo; y tiene, en total, poco más de 38 minutos, con lo cual es uno de sus trabajos de menor duración, pero más que suficientes para el viaje sónico que propone.
Juan: “Al final, todo el proceso fue como ir por recovecos, encontrando cosas nuevas e irlas sacando, como si fuera un pequeño videojuego donde vas diciendo mira esta referencia, mira este sonido, y todo iba a la olla y se iba cocinando”.
Sin embargo, uno de los ‘cocineros’ del sonido de Laberinto fue Mario Villayzán, mejor conocido como Mario Silvania, el legendario productor, compositor y músico nacional gestado en las canteras underground de los 80.
Raúl: “Nos decantamos por lo espacial que nos sugirió Mario que era algo que, si bien está presente en discos anteriores, no está tan explorado como en este disco. Y eso es lo que siempre nos motiva a hacer música, escoger esa vertiente no explotada en algún momento y darle por ahí, no repetir”.
Pedro: “Cuando estábamos empezando a ver quién podría ser el productor, entre los cuatro nuestra primera opción fue él, porque de hecho que podría aportar con una perspectiva desde afuera de la banda y aplicar otra visión sónica para las canciones que estábamos haciendo”.
La banda coincide en que, pese a que fue la primera vez que un productor externo trabajaba con ellos, la química y el feeling fueron instantáneos con Mario, quien además era seguidor de Catervas.
¿A qué suena Catervas ahora?
Con Mario Silvania a bordo, el sonido de Catervas adquirió una textura melódica que abunda en detalles. Las pistas viajan por la psicodelia de los 60, el synth pop y el shoegaze de manufactura británica.
Juan: “En este disco, muchos de los sonidos no necesariamente son teclados. Hay sonidos que simplemente son texturas. La última canción tiene una guitarra acústica, pero tiene un procesamiento tal que parece una textura de teclado. Y, aparte de eso, Mario, todas las veces que grabamos, tenía un sintetizador ahí donde estaba sentado e intervino en muchas canciones”.
Pedro: “Probamos con Mario varios efectos (…) también nos unían mucho las influencias que él tenía que pueden ir desde Los Belkings a Beach House. Hay una gama inmensa de bandas de las que hablábamos y los arreglos se iban haciendo sin nada forzado. Él decía 'ésta canción puede ir por este lado, qué tal si ponemos un acorde que puede ser una referencia de Echo and The Bunnymen', cosas así. Había una paleta sonora grande como para poder vestir los temas”.
Además de la mixtura de sonidos e influencias del álbum, su propia gestación fue un laberinto aparte ya que la grabación se realizó durante la pandemia, en condiciones “inusuales” para la banda. Todo lo vivido tuvo su impronta en el disco.
Pedro: “En mi caso, sí. El tema triste de la pandemia, lo que veíamos en las noticias e inclusive con los familiares o conocidos, gente que estaba metida en la música, que se fueron. Irónicamente, fue el nacimiento de mi primer hijo. Entonces, esa ironía entre la vida y la muerte, y la línea delgada que las separa, es muy fuerte. Inevitablemente, influye a nivel emocional en el disco”.
Raúl: “Todo lo que se vivía en la pandemia, las crisis, los problemas políticos… Fue muy fuerte y sigue siendo fuerte. Pero Mario fue como una energía adicional que estuvo en el horizonte y decía dale, para adelante. Y eso movió. Prácticamente, el disco ya no iba a salir (…), era muy incierto todo”.
Juan: “De hecho, las sesiones de grabación eran raras, era hacerlas con mascarillas. Era extraño juntarse con gente después de tiempo, en sitios cerrados, y estar todo el rato con la mascarilla, por precaución, porque, lamentablemente, podías contagiarte o contagiar sin tener algún síntoma”.
Con todo ello, el álbum vio la luz bajo el sello Automatic Entertaiment, responsable de lanzamientos de bandas como The Radio Dept, Theremyn_4 o Robin Guthrie.
¿Qué sigue para la banda?
Tras casi 30 años de trayectoria y siendo una banda cuyo núcleo la integran 3 hermanos, no está demás saber cómo hacen para seguir adelante, considerando actos similares como Oasis o The Jesus and Mary Chain, cuyos hermanos no se caracterizan precisamente por llevarse de maravillas.
Raúl: “Hemos tenido nuestras broncas por temas de la banda. Recuerdo que hubo veces en que hemos estado distanciados, pero somos familia, siempre vamos a estar ahí. Y cada vez que queremos hacer música, nos buscamos porque fluimos (…) Hay una simbiosis en la que nos sorprendemos y captamos lo que queremos".
Juan: “Podría dar fe de que hemos tenido lo que llamo nuestros momentos Gallagher. Pero han sido más los momentos en que las cosas fluyen bacán respecto a la música”.
En estos días, la banda viene ensayando los temas de Laberinto para sacarlos en vivo, algo que no pudieron hacer en pandemia. Catervas tocará el próximo 1 de noviembre con la banda The Mission, uno de los pilares del rock gótico británico.
Pedro: “De hecho, estamos muy entusiasmados porque, por primera vez, estamos tocando los temas del disco en vivo. En pandemia, estuvimos solamente dos veces los 4 juntos, con Mario, pero recién ahora estamos llevando el disco a una sala de ensayo. Es un reto bien motivador”.
Raúl: “Aparte que, en los últimos ensayos, recién hemos estado los 5 juntos [con Rodrigo Loayza en guitarra] tocando los temas del disco y, en serio, la química y la música suena enorme. Es un Catervas mucho más potenciado. Solo hemos practicado 3 temas del disco hasta ahora y con los que faltan, sabemos que va a ser mucho mejor”.
Juan: “Es todo un reto. Yo, la verdad, lo veía bien verde, por todo el trabajo de estudio que se hizo que tenía algunos visos de experimentación, pero ya cuando empezamos a tomar las cosas con calma y planificar lo que íbamos a hacer, vimos que íbamos a necesitar a una persona más. Ahora sí ya están tomando mejor rumbo las canciones”.
Aún con los ensayos y lo que vienen ensamblando para tocar en vivo, la banda se deja llevar por la ruta musical que dicta la experimentación, algo constante en su evolución.
Raúl: “No sabemos cómo va a sonar. Hasta ahora vivimos en un laberinto”.
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