Adelantados a su época, la banda de los hermanos Reyes presenta un disco que reafirma sus raíces.
Volver al futuro
Artista: Catervas
Título: “Los cielos vuelan otra vez”
Sello: Cuaderno Roto
Nacionalidad: Peruana
Año: 2018
Calificación: 9/10
Escribe: Oscar Bermeo Ocaña
Cuando se deba hacer un ejercicio retrospectivo de la irrupción de sonido indie en el terreno local, la mayoría de pistas guiarán hacia una maqueta editada en 1998 por un trío de adolescentes (algunos temas habían sido lanzados un año antes en el proyecto Crisalida Sónica).
Había sonidos dispersos con aroma etéreo que no encajaban en el usual rock “alternativo” de la época ni tampoco tenían la impronta punk, que la artesanal escena emanaba. Noise, shoegaze, indie, fueron etiquetas que posteriormente se les atribuyeron a la banda de los hermanos Reyes, ya que en ese momento no estaban extendidas localmente.
Mucho de aquella prometedora y sorpresiva primera entrega se trasladó al debut discográfico “Catervas” (2001). Pero la continuación fue errática, irregular, con aciertos y dudas. Porque por momentos parecía inclinarse (sin convencerse) hacia el lado del pop ligero, en otros era un ruidismo sin densidad. Quizás se ponderó la pulcritud y se diluyó aquel ingenuo desparpajo adolescente, ese sin temor a equivocarse.
Han pasado 20 años de aquel primer demo, pero parece que las raíces siempre estuvieron ahí, aguardando un momento para reflotar. En su reciente trabajo “Los cielos vuelan otra vez” (2018) encontramos una continuidad a aquellas autopistas espaciales que anunciaban en el recordado demo. Es cierto, hay mayor limpieza y destreza en la ejecución, pero eso en lugar de entenderlas como pérdida de autenticidad afloran como marcas del camino transitado.
Por si los lazos no fueran tan evidentes, mencionamos un dato no menor: “Incierto”, el tema que abre el disco, es un eslabón perdido del primer álbum. Fue compuesta a fines del siglo pasado y ahora ve la luz, con ciertos agregados contemporáneos. Después de unas notas largas de sintes, las guitarras entran en acción, con rasgueos que prontamente se verán acompañados de golpes de batería. La envoltura va espesándose para que finalmente ingrese la voz, dando la forma final al sello Catervas. El disparador del nuevo álbum es un guiño directo al pasado.
Con letras sintéticas y partes instrumentales extensas transcurre la renovada propuesta del grupo. En sus textos las temáticas son distintas: la desbordada socialización en redes virtuales, lecturas intimistas del ser, reflexiones del futuro, etc. La escasa concretización de los versos se percibe idónea alrededor de los oníricos paisajes sonoros.
En esa línea de continuidades, ¿acaso la nueva canción “Porcón” no puede ser entendida como el colorario de “B-2ble-p” (1998)? ¿O el flamante tema “Vértigo en Saturno” no puede verse como una respuesta contemporánea a la recordada “Danza de las cuerdas” (1998)?
Como si hubiesen tomado un camino enrevesado, la banda de los hermanos Reyes (Pedro, Javier, Raúl) y Juan Esquivel, ha optado por aproximarse al punto inicial. Pero no son los mismos. Y quizás en ello radique el valor de este trabajo. Establece puntos de contacto, pero marca continuidades que lo diferencia de lo mimético. Es un disco que recoge el espíritu 1998, pero suena a 2018. Es un volver al futuro.
Puede escuchar el disco completo aquí https://open.spotify.com/album/070rsyV9nCc6jz2XNRaBzf
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