Luego de seis meses dirigiendo Ampliación de Noticias, el periodista analiza los problemas del mundo, las oportunidades del Perú y rememora una infancia llena de juegos... y sin celulares.
Aldo Mariátegui (Lima, 1964) se define a sí mismo como un pesimista y dice que le preocupa cada vez más la contaminación ambiental y el terrorismo creciente en el mundo. Sin embargo, cree en el Perú, cree que las cosas pueden mejorar y que el país es mucho mejor de lo que era hace 30 años. En esta entrevista con RPP, el conductor de Ampliación de Noticias habló sobre sus convicciones, su pasado y su niñez para reflexionar sobre el presente, y las amenazas y oportunidades del futuro.
Te voy a cambiar un poco la clásica pregunta. ¿En qué momento crees que dejará de estar jodido el Perú?
Difícil. Eso tomará bastante tiempo. Yo soy un pesimista. Lo que he vivido me hace ser así, pese a que el Perú ha mejorado bastante. Es un país muy superior al que yo vi en mi infancia, es más rico, más integrado. No es un país donde la gente coma Nicovita (alimento para pollos) como yo lo vi en la década de 1970. El Perú ha avanzado, pero hoy el reto está en lo que viene. Tenemos una democracia, un sistema económico que mal que bien funciona. Ahora el siguiente paso es institucionalizar esa democracia y hacer un sistema económico diversificado que genere más riqueza.
También hay un pendiente importante: dejar de ser un país solo extractor y convertirnos en un país industrializado, que además produzca conocimiento.
Hay países extractores que funcionan maravillosamente como Canadá, Australia, Noruega. La riqueza no se va a acabar mañana. Pasarán 200 o 300 años antes de que eso ocurra. La industrialización no es la panacea. Nosotros tenemos una cordillera muy rica. Acá se ha intentado industrializar el país desde la década de 1940, se han probado estímulos tributarios, zonas francas, todas las opciones del menú y no es tan fácil, no está a la vuelta de la esquina. Lo que sí es interesante es la ciencia del conocimiento. No llegaremos a ser Silicon Valley, pero creo que por ahí hay un camino interesante.
¿Sigue siendo válida la distinción de izquierdas y derechas? ¿O son conceptos que ya están quedando obsoletos en este mundo tan distinto al de mediados del siglo XX?
En otros países dicen que, en vez de izquierdas y derechas, estamos entre cerrados y abiertos. Están los que no quieren migración, los que quieren preservar sus valores religiosos, y por el otro lado están las personas más cosmopolitas. Ahora, yo no sé si eso ha llegado al Perú. Acá hay gente joven que sigue creyendo en el modelo de Venezuela y en Cuba. Tú escuchas a Gregorio Santos y es un tipo de la década de 1950. El tema no ha cambiado mucho.
El caso Lava Jato igualó a muchos políticos de posiciones políticas aparentemente distintas. Todos los Gobiernos se vieron involucrados.
La posición política no te vuelve un ángel. Es propio de la condición humana. Decía un general mexicano que no hay nada como un cañonazo de un millón de dólares. Nada como darle poder a una persona para conocer cómo es realmente.
Ollanta Humala fue el gran líder de la izquierda en el Perú, el que la llevó a ser Gobierno, pero nunca llegó a convertirse en un líder de izquierda. Ese matrimonio acabó rápido y eso habla de una nueva clase política que se acomoda a las circunstancias.
Cuando Humala postuló por primera vez a la presidencia en 2005, la izquierda no tenía un candidato como locomotora y se casó con él perdonándole todo. Se olvidaron de Madre Mía, del dinero venezolano, del dinero brasileño. Si otro candidato hubiera estado involucrado en un caso como el de Madre Mía, la izquierda lo hubiera hecho polvo. Pensaron que con Humala se iban para adelante. Pero apenas cinco meses después de asumir la presidencia, destituyó a Salomón Lerner del cargo de primer ministro y purgó a toda la izquierda de su Gobierno.
¿Tú tienes algún amigo de izquierda con el cual discrepes visceralmente?
Claro que tengo. ¿Por qué crees que estoy tan bien enterado de lo que pasa en la izquierda? Porque ellos son de lo más chismosos (risas). Vienen y me cuentan que pasó esto y lo otro.
¿Era un anhelo llegar a Ampliación de Noticias?
Pero claro, trabajar en Ampliación de Noticias es como jugar en Wembley, es la catedral de la radio política en el Perú.
¿Qué pasó por tu cabeza cuando te lo propusieron?
Me puse muy contento. Me pareció una oportunidad muy interesante y no me equivoqué. Lo ha sido completamente.
Ampliación te permite conversar y analizar el Perú, un país muy distinto al que tú viviste de joven. ¿Qué extrañas de esa época? ¿Qué hacías tú de niño que los niños de ahora no hacen?
Extraño la seguridad. Uno se podía quedar hasta las mil quinientas en el parque y era raro que te pasara algo. El asesinato de un policía era la noticia del año. Otra cosa que ha aparecido recientemente es la dependencia del aparatito (de los celulares). En mi época jugábamos pelota, canicas, trompo. Había una serie de juegos de suelo y mayor actividad física. Ahora los chicos se reúnen y no hablan, están en sus celulares. Sé que sueno como viejo porque escuché a los viejos hablar cosas similares de mi generación.
¿Y qué te asusta del futuro?
Me asusta que el mundo se está polarizando mucho, el terrorismo que está apareciendo otra vez en el planeta, esta inestabilidad. Pero así es el cambio, del futuro sabemos muy poco. Me asusta mucho el cambio climático y los efectos que puede tener en nuestras vidas y para la vida de la próxima generación. También me asusta la sobrepoblación de la Tierra. Yo no sé cuánto más puede dar el planeta.
Me dijiste que eras un pesimista…
Un pesimista es un optimista bien informado.
¿A qué le tiene esperanza Aldo Mariátegui?
Yo sí creo que las cosas están mejorando en el Perú y que debemos seguir para adelante, pero será un camino difícil porque acá la gente es muy complicada, muy complicada. Si tú metes a cinco peruanos en un cuarto, salen diez problemas. La gente es muy complicada y las cosas demoran en avanzar.
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