Especialistas explican en este informe las implicancias de esta evaluación diagnostica en un contexto de preocupación por conocer el nivel los aprendizajes logrados en un año escolar marcado por la pandemia y la educación a distancia.
Luego del habitual receso vacacional, millones de estudiantes de la escuela pública se preparan para regresar a clases este 15 de marzo. Sin duda una preocupación en el ámbito educativo es conocer en qué dimensión los estudiantes lograron-o no-avanzar en el desarrollo de sus competencias, teniendo en cuenta que el año escolar 2020 se realizó a distancia.
En este marco, el Ministerio de Educación ha puesto énfasis en que los docentes realicen una evaluación diagnóstica de sus estudiantes al inicio del año escolar.
Los especialistas consultados para este informe señalan que la evaluación diagnóstica es un proceso que está establecido desde hace muchos años y que los docentes deberían hacer regularmente. Adicionalmente, en este contexto esta evaluación permitirá conocer los niveles de desarrollo de competencias de los estudiantes, considerando que atravesaron por un año educativo anómalo.
Si bien el Ministerio de Educación implementó Aprendo en Casa para asegurar el acceso al servicio y no perder el vínculo con los estudiantes, el 10% de instituciones educativas públicas no habría podido acceder por ninguno de sus medios de transmisión, según la encuesta de Semáforo Escuela Remoto. Asimismo, de acuerdo al sistema Alerta Escuela, el 3% de estudiantes interrumpió el servicio educativo y el 5% tiene una alta posibilidad de riesgo de abandonar sus estudios. De los que sí lograron acceder al sistema, todavía queda determinar el nivel del desarrollo de las competencias establecidas.
Bajo este contexto, la educadora Liliana Muñoz señala que la intención de la evaluación diagnostica es poder determinar en qué nivel de competencia o de desempeño se encuentra el estudiante. Luego, a partir de los resultados de la evaluación, el docente puede planificar el proceso de enseñanza.
“Probablemente lo que varía es que, al no haber sido un año académico regular, lo que se diagnostica es en relación a lo que se ha trabajado el año pasado, lo que ha sido real. Ese debería ser el diagnostico, no tanto lo que se había pretendido trabajar desde el Currículo, sino realmente lo que se ha podido trabajar con el estudiante”, considera.
Jessica Tapia, investigadora de Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), enfatiza que una evaluación diagnostica es un procedimiento que los docentes deberían realizar normalmente, tomando en cuenta también que en un aula se pueden encontrar estudiantes con diferentes niveles de desarrollo de sus competencias.
“No se puede diseñar una enseñanza sin una mirada previa de dónde están los chicos. En este contexto es particularmente relevante porque además estas diferencias, que todos los chicos tienen en relación al desarrollo de sus competencias, se han acrecentado con la pandemia por diversos factores. Muchos están relacionados con el acceso a la tecnología. [..] Entonces esas diferencias que naturalmente existen en un aula en relación con los aprendizajes, en este contexto se han acrecentado. Por eso diría que la evaluación diagnostica es particularmente relevante, para saber dónde están los chicos, qué han aprendido”, detalló Tapia.
El exministro de Educación Daniel Alfaro reflexiona que las evaluaciones diagnosticas se darán en un contexto en el que se necesita conocer hasta qué punto se han podido llegar con los aprendizajes del año pasado y cuál es la brecha que tenemos con respecto a lo que se esperaba lograr. “Sirve para que en el 2021 puedan implementarse todas las estrategias necesarias para revertir esta situación”, dice.
¿Cómo se realiza esta evaluación?
Según la resolución viceministerial N° 273-2020, los docentes realizarán su evaluación diagnóstica basándose en diversos insumos como el registro en el Sistema de Información de Apoyo a la Gestión de la Institución Educativa (SIAGIE), entrevistas a familias, portafolios que reúnen los trabajos realizados el año anterior, carpetas de recuperación y evidencias de aprendizajes diseñadas por docentes.
Si el docente, luego de revisar la evidencia o los trabajos que hicieron los estudiantes el año anterior, se da cuenta que no hay suficiente información para determinar que sí han logrado, por ejemplo, interpretar textos, según el grado en el que estén, se podría diseñar nuevas situaciones de aprendizajes. “El Minedu dice que ‘si no te es suficiente, propón nuevas actividades para que los chicos desarrollen y, a partir de ahí, inferir lo que están logrando y lo que no’”, detalla Tapia Soriano.
“Les podemos pedir a los estudiantes narrar de manera oral o escrita lo que hicieron en este periodo donde no ha habido contacto con sus profesores. Esa podría ser una experiencia de aprendizaje que permita al profesor identificar algunos criterios, respecto a la competencia comunicativa, ya sea la parte oral o escrita. Podría plantearse también otras situaciones que permitan, de acuerdo a criterios establecidos, identificar qué aspectos han logrado y qué aspectos se pueden mejorar”, dice Muñoz. Eso sí, señala, este diagnóstico “tampoco tiene que generar una tensión en el estudiante, tiene que ser algo natural”.
Tapia señala que, a lo largo del 2020, el Ministerio de Educación propuso que los docentes pongan más énfasis en la evaluación formativa, preocupada más en recoger información para la mejora del aprendizaje y no tanto en la calificación. “Se trata de concentrarnos más en el proceso donde los chicos van aprendiendo y qué se les hace más difícil. En función de eso, retroalimentar y promover la mejora continua”, explica.
¿Por qué es importante fijarnos en los aprendizajes?
El exministro Alfaro recuerda también que antes de la pandemia veníamos ya arrastrando brechas en cuanto a aprendizajes que debíamos revertir. Puso como ejemplos los resultados de las evaluaciones nacionales de logros de aprendizajes. “Cuando ves los resultados de la evaluación en progresión a lo largo de los grados, de 2° de primaria, 4° de primaria y 2° de secundaria, estos van cayendo los logros satisfactorios”, indica. “La escuela todavía tiene serios retos para aumentar tu capacidad de mejorar en el tiempo. Se llaman aprendizajes a lo largo de la vida. Parece que no acumulas aprendizajes para crecer, sino que la acumulación de aprendizajes todavía tiene un rezago que se nota en una menor rendición de estas pruebas”, indica.
Asimismo, mencionó que las razones de los resultados bajos de las pruebas nacionales para 2° grado de primaria en 2018 y 2019 tienen en común dos antecedentes concretos en el 2017: el Fenómeno del Niño Costero y la prolongada huelga de maestros. “Esos dos efectos adversos pegaron con mayor intensidad en el último año de inicial y el primer grado de primaria que son dos momentos estratégicos para desarrollar la lecto-escritura”, dice. “La idea hubiera sido que en el 2020 y 2021 se pueda revertir esa situación que venía desde antes, pero nos llega la pandemia. Se están juntando efectos adversos en el 2017 y en el 2020 que están afectando a un mismo niño o a una misma niña”, añade. En esa línea, el exministro dice que además de las evaluaciones diagnosticas que se hagan ahora se debe contar “con un mecanismo de evaluación que permita identificar los impactos acumulativos que están teniendo las diferentes adversidades en el país”.
El reto de la evaluación para los docentes
La aplicación del nuevo Currículo Nacional se basa en migrar de una enseñanza basada en la acumulación de conocimientos a un método que promete una educación por competencias. “Es una educación que te ayuda a desarrollar habilidades para resolver problemas, que te ayude comunicarte mejor, tener más seguridad, ser mejores ciudadanos”, resume el exministro Alfaro.
En ese cambio de enfoque, la evaluación que se aplica es la formativa, lo que implica un reto para los docentes, quienes no han sido formados con esa competencia. “Los docentes tienen que diseñar actividades que demande pensamiento crítico, de alta demanda cognitiva, tienen que observar con criterios claros y tienen que interpretar esa evidencia. Son muchas habilidades para las cuales los docentes no están formados. Ese es el desafío. Necesitamos enfocarnos en la formación de los docentes, porque estos temas de evaluación formativa son complejos y, a la vez, claves. Son claves para mejorar la enseñanza y, por lo tanto, el aprendizaje de los chicos”, indica Tapia.
En consecuencia, Tapia considera que el Minedu debe acompañar intensamente la capacitación de docentes. “Tiene que ponerle muchísima fuerza para acompañar la formación en servicio del docente. El acompañamiento que hagan tiene que ser intenso y muy sostenido en el tiempo”, señala.
A eso añade el exministro Alfaro que la estrategia debe también conducir a una reforma en la educación superior pedagógica. “Tenemos que asegurar que los docentes que estamos formando tengan esas competencias instaladas. Ahora les sumaría la competencia de educación a distancia y la competencia de contención socioemocional”, indica y recuerda que las 2/3 partes del presupuesto del Ministerio de Educación se destina a las remuneraciones docentes. “Tiene sentido que la calidad de docente que podamos formar hacia el futuro sea la mejor posible para que el mayor gasto que hacemos como sociedad tenga el mejor retorno para el bienestar del país. Desde ese punto de vista, no tiene sentido seguir postergando la reforma de la educación superior pedagógica y así avanzar con la seguridad de que se está implementando un currículo nacional de acuerdo a competencias”, finalizó.
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