Los hechos ocurridos en Chimbote y en Trujillo demuestran que las bandas delictivas ahora reclutan menores para ejecutar crímenes.
El sicariato juvenil vuelve a ponerse sobre el tapete. Si el caso del sicario trujillano "Gringasho" (de 16 años) -ahora encerrado en el penal de Piedras Gordas II de Ancón- llamó la atención; lo que viene ocurriendo en Chimbote y Trujillo revela que este problema, que involucra a la juventud, aún está pendiente de solución.
Las bandas delictivas, cada vez, recurren a jóvenes de entre 15 y 17 años para acciones criminales como secuestros, robos a centros comerciales y ajustes de cuentas.
Los hechos que generan controversia son dos nuevos casos: uno el de la organización Los Patecos de Chimbote, cuyo integrante de solo 16 años, disparó a policías que le perseguían en un patrullero para evitar su captura.
El segundo caso ocurrió en Trujillo, en donde una banda de asaltantes-conformado por menores de edad- intentó eliminar a los hermanos Miguel Ángel y Danny Deza por el control de cobro de cupos en obras de construcción civil. En este caso, murió Danny Deza y un niño de 12 años que no nada tenía que ver con el hecho.
Según la Policía Nacional este último crimen habría sido organizado desde el centro de rehabilitación de menores ex-Floresta de Trujillo.
La participación de menores como "Memín" y "Chiquillo" nuevamente genera preocupación en los ciudadanos, a tal punto que la madre del niño de 12 años pide a las autoridades identificar y encerrar "en una cárcel" a los criminales.
Ahora, el robo, asalto o sicariato viene impregnadose en lo que todos consideran el presente y futuro del país: la juventud.
Por Jorge Urbano
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