Marianella Ledesma, Elvia Barrios, Mirtha Vásquez y cada vez más de ellas. Una mirada a la relevancia de la representatividad femenina en cargos de poder.
“Hemos roto el techo de cristal. Esto demuestra que las mujeres somos agentes importantes para transformar al país”. Estas fueron las primeras palabras de la jueza Elvia Barrios tras ser elegida como la primera mujer presidenta del Poder Judicial.
Una de las medidas más importantes anunciada luego de haber asumido el cargo fue con respecto a la brecha de género que existe al interior de la Corte Suprema. En esta línea, Barrios propuso la paridad en puestos directivos y en la Corte de Justicia. “Nosotros sabemos que esto refuerza la legitimidad democrática, sabemos también que es un reto enorme”, dijo en una entrevista al diario El Comercio.
Así como ella, culminadas las protestas ciudadanas en contra el gobierno de Manuel Merino de Lama y luego de que Francisco Sagasti asumiera la presidencia de la República, Mirtha Vásquez Chuquilín, congresista del Frente Amplio, asumió la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso de la República, comprometiéndose a cumplir su responsabilidad por “recuperar la confianza de la población”.
La parlamentaria cajamarquina fue una de las 19 congresistas que votó en contra de la vacancia del expresidente Martín Vizcarra. Tras las manifestaciones, que dejaron a dos jóvenes muertos y decenas de heridos, la congresista instó al Poder Legislativo a dar un paso importante: pedir perdón a los peruanos.
Muchos meses atrás, la magistrada Marianella Ledesma fue designada como la nueva presidenta del Tribunal Constitucional, en reemplazo a Ernesto Blume, cargo que asumió el 3 de enero del año siguiente.
Estos hechos históricos fueron celebrados por miles de personas, para quienes la presencia de mujeres en altos cargos públicos y privados tiene muchísima relevancia. Pero, ¿por qué es importante que el género femenino ocupe lugares en altos mandos?
Para la politóloga María Paula Távara, las mujeres han estado históricamente relegadas de los espacios decisiones a lo largo de la historia, debido a barreras culturales (como el machismo) a las que llamamos “techos y muros de cristal”.
¿PARA QUÉ SIRVE LA REPRESENTATIVIDAD?
Que más mujeres empiecen a ocupar altos cargos en organismos públicos tiene como consecuencia que otras vean posible avanzar en sus perfiles profesionales, pero no solo eso: la presencia de mujeres en ámbitos directivos puede permitir poner en relevancia problemas y necesidades.
Asimismo, es crucial que los niños y niñas conozcan, desde pequeños, modelos de actuación, no solo en las familias, sino también en la vida en sociedad. Estos modelos deben mostrarles, de una u otra forma, hasta dónde pueden llegar sus aspiraciones.
“Cuando en el mundo casi no había mujeres presidentas, las niñas podían percibir que este no era un espacio para ellas, que presidentes eran los varones, mientras que hoy en día, cada vez nos parece menos raro. Hablamos de un horizonte de qué quiero llegar a ser y qué puedo llegar a ser y que nadie me diga que este sueño no es posible. Con la elección de Elvia Barrios estamos frente a una muestra de que abrir paso a las mujeres en cargos públicos de decisión habilita un horizonte de posibilidades para mejorar las condiciones de las mujeres como colectividad”, sostiene la especialista, y agrega que con la participación de las mujeres en política, sus percepciones y realidades tienen más chance de ser oídas.
Por otro lado, politóloga Kathy Zegarra explica que existen varios tipos de representación. En primer lugar, la representación descriptiva, que tiene que ver con que la presencia responda al hecho de que las mujeres son poco más del 50% de la población. Numéricamente, por lo pronto, no están representadas en instituciones públicas.
En segundo lugar se encuentra la representación simbólica, que se refiere a la importancia de la carga imaginaria que existe cuando las mujeres lideran organismos públicos.
“Cuando pensamos en el Estado, cuando pensamos en un presidente siempre tenemos en la cabeza la imagen de un hombre y, en particular, un hombre mayor. ¿Verdad? Sin embargo, esta figura no viene de la nada -del azar-; viene de una construcción simbólica que tenemos de la figura del poder. El poder normalmente se relaciona con la figura del hombre”, indica Zegarra.
CUESTIONAMIENTOS
Usualmente, cuando una mujer logra llegar a la cabeza de una institución, ya sea privada o pública, se le cuestiona sobre qué hizo para llegar al lugar obtenido. ¿Qué es lo que hizo para alcanzar ese puesto? Esta pregunta no se genera cuando los hombres llegan a altos cargos.
Un ejemplo es el caso de la exminsitra, María Antonieta Alva. Con solo 35 años, encabezó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en plena pandemia por la COVID-19, siendo reconocida nacional e internacionalmente por algunas de las medidas económicas que se tomaron durante los meses de cuarentena.
“Esa importancia simbólica de normalizar que las mujeres estemos como cabezas es muy importante porque genera un ejemplo a mujeres más jóvenes y niñas y a mujeres en general, de que esto tiene que ser normal, tenemos que encontrar que las mujeres hemos estado subrepresentadas históricamente, entonces, sí tiene una gran carga importante simbólica”, sostiene Zegarra.
El tercer tipo de representación es la sustantiva. Hay que comprender que tener a una mujer en un alto cargo no implica necesariamente que se genere un cambio en las políticas en favor de las mujeres, sin embargo, al tener una identidad según el género muchas mujeres son conscientes de la necesidad de este tipo de representación.
“Existen mujeres que están abiertamente en contra de los derechos de las mujeres, especialmente en los casos de derechos sobre nuestro cuerpo, nuestra sexualidad (por ejemplo con el caso de la interrupción del embarazo). En ese sentido, no todas las mujeres pensamos igual, no todas apoyamos la misma cantidad de derechos. Pero sí existe evidencia de que la presencia de las mujeres ha significado un cambio hacia los derechos de las mismas, a pesar de que existen mujeres con pensamientos que no van en la misma línea”, explica la politóloga.
LA TAREA PENDIENTE: PROTEGERLAS
Durante las protestas ciudadanas en contra del Gobierno de Manuel Merino, muchos se mostraron extrañados la presencia de mujeres en la primera línea de lucha, desactivando bombas lacrimógenas. Una labor tan peligrosa solo podía ser asociada a la figura masculina, no obstante, las mujeres que lograron proteger a los marchantes a través de la desactivación de bombas lacrimógenas lo hicieron con el mismo ímpetu que los hombres que integraban las brigadas.
Otro ejemplo fue el de las mujeres agricultoras en Ica y otras regiones al norte y sur del país, quienes tomaron las carreteras para protestar en contra de los bajos salarios que percibían bajo la Ley de Promoción Agraria, que fue luego derogada por el Congreso de la República.
Es por esta razón que es importante que se den las condiciones que permitan su participación plena, algo que pasa en primer nivel por un mejor reparto del trabajo doméstico con sus convivientes.
Otro aspecto, sostiene María Paula Távara, es trabajar por que haya mayor seguridad en las calles, un lugar en el que con frecuencia las mujeres son víctimas de acoso callejero. Esta se debe convertir en un lugar en el que se sientan seguras, pues las cifras muestran todo lo contrario: El Instituto de Opinión Pública (IOP) de la PUCP afirma que 7 de cada 10 mujeres han sido acosadas a nivel nacional y 9 en Lima Metropolitana. Además, y según cifras entregadas por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, MIMP, a octubre de 2020 en el país se registraron 67,683 casos de violencia contra la mujer, de las cuales 24.372 fueron casos de niñas, niños y adolescentes.
También es importante poner en la palestra el acoso político y el acoso sexual, prácticas que desincentivan la incursión a la política o a altos cargos a muchas mujeres.
¿Un último paso? Elegirlas. Se debe tener una real vocación de encontrar mujeres para todo tipo de puestos. “No es que no haya mujeres capacitadas. No podemos decir que se coloca a mujeres en contraposición de la lógica de la meritocracia; hay mujeres muy capacitadas en nuestro país. Lamentablemente, lo que no hay siempre, es el esfuerzo de encontrarlas. Se llama fácilmente a los colegas de siempre, y estas personas llamadas mayoritariamente tienden a ser hombres”, culmina la politóloga.
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