Por Luis Benavente Gianella
Director de Vox Populi Consultoría, experto en comunicación política y opinión pública
Con 2570 casos de infectados con COVID-19 por millón, Perú es el país más golpeado en América Latina por la pandemia del llamado nuevo coronavirus. Siguen Panamá con 2186 casos por millón, Chile con 2069 y Ecuador con 1819. Brasil registra 1059 casos, México 312 y Argentina 158, entre otros países de la región. Estas cifras son al 15 de abril.
Respecto a la grave situación de Perú, es cierto que un sector grande de ciudadanos es responsable de lo sucedido por no cumplir las disposiciones de confinamiento y distancia física que dictó el gobierno, lo cual era previsible en ciudadanos informales de poca o nula educación. No obstante, es innegable que también hay responsabilidad del gobierno.
La gestión de la crisis después del paciente “cero” fue muy eficiente. El gobierno, con el presidente Vizcarra a la cabeza, rápida y decididamente tomo medidas en beneficio de personas y empresas.
Para las personas, dispuso el confinamiento y cuarentena obligatoria para evitar contagios, esto implicaba la suspensión de actividades educativas, espectáculos, restaurantes, etcétera, es decir, la aglomeración de personas, lo cual facilita el contagio. La reducida actividad fuera de casa debía ser para comprar alimentos o ir a la farmacia, guardando la distancia física entre personas, y usando mascarillas de manera obligatoria. También se dispuso la entrega de bonos de dinero para los pobres, canastas de alimentos, etcétera.
Para las empresas, creó el programa Reactiva Perú, para entregar préstamos con beneficios excepcionales, permitió la suspensión perfecta de labores para descargar la planilla y mantener el vínculo laboral, dispuso fraccionamientos de tributos y otras flexibilidades y medidas.
Estas acciones fueron rápidas y decididas, y merecieron reconocimiento nacional e internacional al gobierno peruano. El presidente Vizcarra mostró una actitud firme y decidida, actuó como un verdadero líder y tomó el timón de la situación. Ganó el aplauso y aumentó su popularidad.
Pero dos meses después de confinamiento obligatorio Perú ocupa el primer lugar en el ranking de casos por millón de COVID-19 entre todos los países de América Latina. Esto no es precisamente un éxito del gobierno, que no deslinda su responsabilidad con el uso de la vieja frase “después de la batalla todos somos generales”, que usó el presidente Martín Vizcarra para evadir los errores cometidos. ¿Qué pasó? ¿Es solo responsabilidad de un sector de ciudadanos informales con poca o nula educación o es responsabilidad del gobierno? ¿O de ambos? Creemos que de ambos.
El gobierno ha cometido errores de gestión y ha demostrado improvisación, lo cual ha contribuido a que Perú esté en la cima de infectados en América Latina. No se planificó. Las alarmas mundiales sonaron en enero, y en febrero y marzo Perú no actuó, no dispuso la compra de insumos para las pruebas de diagnóstico, mascarillas o respiradores artificiales, tampoco tomó medidas para incrementar camas UCI en hospitales. Recién dos semanas después de decretado el confinamiento, a fines de marzo, se dispuso la compra de kits para tests, adquiriéndose mayoritariamente materiales para pruebas rápidas que, como se sabe, no son recomendadas por la comunidad científica porque no son precisas. Entre otros errores, se decretó confinamiento absoluto en tres días de Semana Santa, propiciándose el contagio al generarse concentraciones de personas desesperadas por adquirir alimentos en los mercados los días previos y al día siguiente.
Entretanto, se había controlado la concentración de personas en centros educativos, transporte público, espectáculos, etcétera, como consecuencia de la suspensión de actividades y el confinamiento, pero se había dejado a la buena de Dios los insalubres mercados de abastos. Esto no fue previsto por el gobierno, que recién dos meses después de iniciada la cuarentena, dispuso el control de mercados por policías y militares. Demasiado tarde, se sabía que ahí había un foco infeccioso muy potente. Resultado: mercados mayoristas y minoristas con 50, 60 y hasta 80% de comerciantes positivos al COVID-19, haciendo una explosiva cadena de contagio. Peruanos acostumbrados a pedir “yapa” en el mercado, se llevaban gratis el macabro COVID-19, para compartirlo con la familia en casa. A la vez, la autoridad local tampoco había tomado acción en el tema mercados.
Así como los señalados, se podría mencionar muchos más errores de gestión e improvisación en el manejo de la crisis. La falta de un verdadero plan estratégico y la consecuente improvisación en la gestión de la crisis nos ha llevado a la situación actual: el país con más casos de COVID-19 en América Latina.
También ha habido falta de transparencia. El subregistro de casos y muertes fue materia de una ola de cuestionamientos que el gobierno aceptó finalmente. La tasa de mortalidad en España, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido o Rusia está entre 10 y 15%; en Estados Unidos, Brasil y México está entre 7 y 10%. Es muy difícil creer la tasa oficial del gobierno peruano, establecida el de mayo en 2.85%. De acuerdo con IDL Reporteros, en base a información oficial del Sistema Nacional de Defunciones SINADEF, solo en los meses de marzo y abril hubo 3269 casos de muertes atribuidas a COVID-19 en Lima y Callao; si a esto se suman las muertes de los primeros 15 días de mayo y las muertes en regiones (Lambayeque, Loreto y otras lloran) durante marzo, abril y mayo, se llegaría a un número muy alto de muertes en el Perú por la pandemia, un número muy superior a las 2393 oficiales. Con esto, el índice oficial de letalidad de 2.83% el 15 de mayo pierde consistencia, y daría paso a un índice real que podría llegar al 10%, en coherencia con la argumentación anterior. Así, nuestro índice estaría dentro de los “estándares internacionales”, que queremos tener en todo menos en letalidad por la pandemia que azota al planeta.
El uso político de la crisis sanitaria ha sido evidente con las intensivas y largas apariciones diarias del presidente Vizcarra en televisión, para lograr más popularidad. Eso había logrado con las primeras decisiones del gobierno, pero la rutina televisiva originó algo que todos sabemos: sobreexposición. A la vez, no pudo mostrar resultados favorables y la pandemia aumentó hasta que Perú pasó al primer lugar en casos de COVID-19 en América Latina.
La crítica ofrecida en el presente informe tiene un propósito constructivo, para que el ciudadano disponga de una opción más de análisis y para que los responsables de políticas públicas mejoren la calidad de su gestión y el país pueda enfrentar de la mejor manera la grave crisis sanitaria que viene viviendo. De ninguna manera se pretende desestabilizar al gobierno.
Comparte esta noticia