El último episodio de Dragon Ball Super mostró el orgullo del Príncipe Saiyajin, que sin energías, le hizo frente a Jiren en los momentos cruciales del Torneo de Poder.
Una semana más, el destino del Universo 7 sigue en juego en Dragon Ball Super. Gokú y Vegeta son los últimos sobrevivientes (¿Alguien sabe dónde está Freezer?) sobre la arena que tienen la misión de vencer a Jiren para no ser destruídos por Zeno Sama.
Tras el sacrificio de N° 17 para proteger a los saiyajins, Vegeta decide enfrentar a Jiren en un cuerpo a cuerpo del cual no tenía posibilidades de salir bien parado. Sin embargo, el orgullo del príncipe saiyajin siempre podrá más, y pese a tener la situacion adversa hizo una demostración de luchar hasta el final.
Vegeta intenta convertirse en Super Saiyajin, pero se da cuenta que ya no tiene energías. En su estado normal, trata de darle batalla al líder de las Tropas del Orgullo, pero no tiene mayores oportunidades. Golpe a golpe, Jiren va dejando maltrecho al papá de Trunks, ante la aterrada mirada de Gokú y de las tribunas.
Pero Vegeta no piensa darse por vencido, y empieza a rememorar momentos con Cabba, cuando le prometió que ganaría para revivirlo; y sobre todo con su familia, para recordarse a sí mismo que no puede perder ni rendirse para protegerlos.
Jiren sabe que Vegeta no tiene mayores posibilidades, y sigue golpeándolo sin descanso. Le pide que se rinda y que no entiende por qué sigue luchando, pero Vegeta reconoce que lo hace porque tienen seres queridos que proteger. Cargado de ira, Vegeta lanzar un Final Flash con la intención de derrotar al sobreviviente del Universo 11, pero es en vano.
El príncipe saiyajin es lanzado con fuerza de la plataforma, y mientras su derrota es inminente le lanza un mensaje a su orgullo herido: "No pude cumplir mi promesa. Soy un maldito idiota. Lo siento Bulma... Cabba... Kakarotto, te dejo el resto...", dijo Vegeta entre lágrimas, las primeras lágrimas que le hemos visto en la historia de Dragon Ball, para lanzar una bola de energía hacia Gokú con el fin de darle poder.
Gokú recibe el poder de Vegeta, se transforma en Super Saiyajin Blue y empieza la pelea contra Jiren, quien le dice que la confianza no lo llevará a nada. El último sobreviviente del Universo 7 empieza a darle batalla a su adversario, pero nada puede hacer.
Jire es superior, y castiga a golpes a Gokú. La pelea parece perdida y los demás dioses de la destrucción ya le dan el triunfo a Jiren. El saiyajin sigue recibiendo repetidas combinaciones de ataques, pero sigue manteniéndose en pie, pese a que no puede más. Jiren pone a Gokú al borde de la plataforma y se decide en lanzarle un último golpe decisivo, cargado con toda su energía.
En ese momento, ocurre lo que todos los fans de Dragon Ball esperaban. Tras recordar uno a uno a sus compañeros en el Torneo de Fuerza, y las últimas palabras de Vegeta quien le encargó vencer para salvar a su universo, Gokú esquiva el ataque de Jiren de forma sorprendente.
Los ojos cerrados, la cabeza gacha y la sorpresa de Jiren fueron el preámbulo para lo que sería la transformación definitiva de Gokú: el Minegatte No Gokui, o Ultra Instinto dominado a la perfección. En las gradas, los dioses de la destrucción no salen de su sorpresa y muchos reconocen el sorprendente poder de Gokú. Bills y Wiis están emocionados y Vermoud ve esto como una amenaza.
Jiren ataca con todo a Gokú, pero éste esquiva uno a uno los golpes con una sorprendente habilidad y sin mayor esfuerzo. El líder de las Tropas del Orgullo empiezan a desesperarse y en un descuido, el saiyajin le lanza un vigoroso golpe que lo hace gritar de dolor. Gokú ahora coge la sartén por el mango.
La batalla final por la supremacía de uno de los universos está por llegar. Gokú y Jiren son los dos últimos guerreros sobre la arena y la expectativa en las gradas es enorme. Solo quedan 2 minutos para que termine el Torneo de Fuerza.
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