La historia de una venezolana que cruzó la frontera y ahora tiene un grillete electrónico, es más común de lo que uno cree.
El uso de monitores electrónicos en inmigrantes ha generado preocupación entre quienes están bajo esta medida. Yudis, una migrante venezolana en Chicago, lleva casi un año con un monitor electrónico en el tobillo tras cruzar la frontera de Estados Unidos con su hija embarazada.
Desde entonces, ha experimentado problemas de salud, como hinchazón, cambios en su ciclo menstrual y hemorragias nasales. Esta tecnología, implementada por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), ha crecido significativamente, con un aumento del 556% en los últimos cinco años en la región del medio oeste de Estados Unidos.
A pesar de que ICE asegura que el número de personas bajo monitoreo en todo el país ha disminuido, en Chicago la cifra ha superado a otras ciudades como San Francisco.
¿Cómo funcionan los monitores electrónicos para inmigrantes?
Los monitores, que van desde dispositivos en el tobillo hasta aplicaciones móviles, son presentados como una alternativa a la detención. Sin embargo, migrantes como Yudis sienten que estas herramientas aumentan el estigma y complican su vida cotidiana.
Activistas y defensores de derechos aseguran que estos dispositivos no solo causan malestar físico, sino que también generan ansiedad y aislamiento. Aunque Yudis sigue esperando que le retiren el monitor, no tiene claridad sobre cuándo terminará esta situación.
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