Consciente de que iba a morir, su hermana Jackie le hizo prometer que se casaría con su esposo y cuidaría de sus tres hijos. Tras un año de duelo, Collen descubrió que estaba enamorada y cumplió la promesa.
Una historia que parece sacada de una telenovela es un hecho real que se gestó en la cabeza de una mujer moribunda, quien hizo prometer a su hermana que se casaría con su esposo y que cuidaría de sus tres hijos una vez que ella muriese a causa de una enfermedad terminal.
A los 42 años, Jackie DeVita supo que albergaba un tumor, pero antes que su propia muerte le preocupaba otra cosa.
“¿Qué sería de sus hijos cuando ella muriera inevitablemente?”, se preguntaba. Concibió entonces que la única forma de poder descansar en paz era encargarle su familia a su hermana Colleen.
Las hermanas habían compartido mucho en la vida. Nacieron con un año de diferencia, y fue Collen quien aguardó al borde de la cama de hospital, los últimos días que Jackie resistió a la enfermedad.
Un día Jackie le colocó a Collen su anillo de bodas y le dijo: "No dejes nunca a mis hijos". Le pidió que se casara con su marido y que ocupara su lugar en la familia.
En 2005, cuando se supo del tumor, Collen dejó su trabajo y se mudó a casa de su hermana para cuidar de ella, peo fue recién tras su muerte en junio del 2008 y luego de un año de duelo, que descubrió que se había enamorado y que podía cumplir su deseo de casarse con el viudo de Jackie.
Según cuenta la misma Collen, fue ella la que presentó a Jackie al que sería su marido, Richard. Eso ocurrió en 1988 y, en principio, él solo era su jefe en Florida (Estados Unidos).
La boda vino en 1994, pero lejos de distanciarse estaban muy unidas. El matrimonio se hizo de tres.
"Desde que Jackie y Richard se conocieron, estábamos siempre juntos los tres", recuerda Colleen en entrevista a la Associated Press.
Según Richard, su incapacidad para encontrar marido solo era parte del "plan de Dios" para que pudieran terminar juntos, dando paz a la difunta hermana, y perpetuando una familia que, en realidad, llevaba gestándose muchos años.
"Soy feliz. He amado a este hombre como jefe, como cuñado y ahora lo amo como marido. No estaba enamorada de él entonces, pero lo amaba. Ahora lo estoy. Es un buen hombre", concluye Collen.
Comparte esta noticia