Pedir matrimonio bailando con un grupo de profesionales y hacer el ridículo público es lo que equivaldría en el pasado a traer mariachis o declamar bajo un balcón al puro estilo de Romeo y Julieta.
La tecnología móvil y las redes sociales, entre los revolucionarios cambios que trajeron a esta generación, se encuentra la "exposición pública", esa necesidad de compartir con el mundo aspectos sentimentales e íntimos de nuestra vida personal.
Una ventana para hablar y ser escuchado, para construir una personalidad, y con ello, una reputación digital. Por este motivo, la creatividad, en cada una de nuestras acciones, es un componente inherente, creatividad incluso al momento de pedir la mano de la mujer amada.
Así es. Las pedidas sorpresa y los "flashmob", un evento en el que una multitud se reúne repentinamente para realizar una acción inesperada, se han vuelto una tendencia de los últimos cinco años. Pedir matrimonio bailando con un grupo de profesionales y hacer el ridículo público, quedando registrado todo en una cámara cómplice, es lo que equivaldría en el pasado a traer mariachis o declamar bajo un balcón al puro estilo de Romeo y Julieta.
Sin embargo, y a pesar de que en ocasiones, estas acciones pecan de trilladas y faltas de originalidad, ¿por qué hacer un flashmob es algo que deberías hacer? He aquí algunas buenas razones:
A nadie le gusta salir de su zona de confort, hacer algo ajeno a su forma de ser y por la que se pueda ser criticado. Sin embargo, qué mejor manera que esa para demostrar a la persona que amas que por él/ella puedes hacer lo que sea. Las personas valoran la sensibilidad, y sin duda, hacer un "flashmob" es una forma de manifestarla a lo grande.
Por otro lado, ser creativo, en esta era de saturación mediática, es un logro completo. No es sencillo encontrar algo nuevo e impactante en las redes sociales, así que toma el tiempo que sea necesario, fabrica una idea fresca y ejecútala sin temor.
Un flashmob, en conclusión, fuera de ser un acto público e íntimo al mismo tiempo, es una demostración de que podemos hacer cosas, hasta improbables, para hacer feliz a alguien más. Es la oportunidad para abandonar las etiquetas por un momento y ser quien uno quiera ser. Así que, ¿por qué no?
Por Oscar González
Comparte esta noticia