La siesta celebra hoy su festividad, la de San Benito Abad, a quien se atribuye ese sueño breve que los españoles llaman "la cabezadita".
La siesta, una de las tradiciones más arraigadas de España, celebra hoy su festividad, la de San Benito Abad, a quien se atribuye ese sueño breve que los españoles llaman "la cabezadita".
El médico Pedro Mayoral, experto en transtornos del sueño, junto con un grupo de investigadores, creó un dispositivo bautizado con el nombre de "Lirón", una férula que se introduce en la boca y mejora la respiración nocturna, ayudando a solventar problemas del sueño como la apnea y los ronquidos.
Estas interrupciones de la respiración, según este especialista, miembro de la sociedad española y de la europea del sueño, rompen los ciclos de estas "cabezaditas" que mejoran no sólo físicamente a las personas, sino también mentalmente, como lo ha constatado haceunos meses la NASA.
Sus investigadores, dijo, comprobaron que los astronautas mantenían la lucidez y la buena disposición después de dormir una siesta tras una mañana de intenso trabajo.
El estudio estableció el minuto 26 como el propicio para despertarse de "tan breve letargo", pero Mayoral amplia el tiempo entre los 20 y los 30 minutos para que la típica cabezada "nos permita recuperar fuerzas" y mejorar "la concentración".
Es importante tomar este tiempo para descansar, sobre todo para los profesionales con un trabajo de alto riesgo y tensión, por ejemplo los controladores aéreos.
"La siesta es una especie de sueño corto recuperador", insiste este especialista que ejerce en varias clínicas reconocidas de España y que la recomienda especialmente para personas con hipertensión, diabetes, problemas cardiacos, ansiedad y estrés.
"La siesta cruza fronteras y el bienestar que ofrece es incomparable a cualquier otra solución médica", según los expertos y según pronosticó San Benito de Nursia o San Benito Abad quien estableció como momento de descanso "la hora sexta" o también llamada la hora de la siesta.
La regla de San Benito concretaba una serie de horas con las obligaciones, comidas, oraciones y ceremonias a realizar en cada una de ellas. La hora sexta, dedicada en la regla benedictina al descanso, ha sido la que ha inmortalizado la siesta.
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