El grado de identificación del hincha lo hace sentirse juez y parte; cuando los resultados no son favorables puede recurrir a la amenaza y al castigo.
El fútbol desata pasiones y la camiseta la sudan no solo quienes están en la cancha. Existe un pacto implícito entre los jugadores y el hincha, cuando este lazo se rompe o se altera, se pueden esperar resultados peligrosos como el que vimos en el estadio Monumental, con el ataque que recibió el plantel de Universitario de Deportes durante el entrenamiento matutino.
Y es que el hincha logra un grado de identificación con el 'equipo de sus amores'; siente que tiene la potestad de ser juez y parte. Esa lógica a veces puede ser un riesgo.
"Está pasando a hacer justicia por sus propias manos, está cambiando de un pacto de confianza a uno de desconfianza. El hincha cree que el jugador no hace su mayor esfuerzo y los fracasos los atribuye a él, no solo lo culpa sino que busca castigarlo", explica el psiquiatra peruano Humberto Castillo.
Se pone la camiseta
El fanatismo implica una relación entre quienes alientan, admiran y quienes deberían dar su mayor esfuerzo. En el caso del fútbol ocurre así. "Cuando se viven los resultados, el hincha tiene expectativas en el éxito, porque es como si fuera el suyo; cuando este se da, se experimenta placer, satisfacción, gratificación. De lo contrario, hay frustración, fastidio, enojo".
De acuerdo a Humberto Castillo, psiquiatra del Instituto Nacional de Salud Mental, las imágenes de barristas enfurecidos, cargados de palos y armas de fuego, decididos a enfrentarse a los futbolistas de la U, dejan ver que el pacto del que hablábamos líneas arriba se ha roto o se está transformando. "Se deja la conducta predominante de alentar y se pasa a exigir, amenazar y castigar".
El porqué del quiebre
Hay condiciones de carácter social que lo pueden explicar. Por ejemplo, cuando el ciudadano desconfía de la autoridad debido actos de corrupción, también están las dudas entre el cliente y el proveedor (alumno-profesor o paciente-médico), incluso cuando hay pérdida de la autoridad paterna. "Mucha de esta frustración o descontento social se está canalizando en este vínculo entre el hincha y el jugador", dice el experto.
Por el lado personal, las expectativas insatisfechas en la niñez quedan como una cólera contenida contra el padre que no se puede expresar. "Toda esa frustración la canalizan en este vínculo con el jugador, como si este fuera el padre que nuevamente lo vuelve a decepcionar y siente que tiene que hacer justicia".
El fanatismo puede ser benéfico
Un artículo de Medical Daily destaca que los aficionados al deporte, lo son, porque lo relacionan a tener un estatus, basado en la teoría de la identidad social, es decir, el fanatismo con el fútbol les da un sentido de pertenencia, principalmente cuando el equipo obtiene una victoria. Además, los deportes al requerir una estrategia y una reacción estimulan nuestro cerebro.
Pero cuando el equipo pierde, la autoestima sufre; aunque un estudio de la Universidad de Ohio (Estados Unidos) concluyó que las emociones negativas sí permiten que los fanáticos puedan disfrutar el juego. Se argumentó que la exaltación es mayor ante un resultado favorable, si durante el torneo no hay muchas expectativas y se cree que el equipo puede perder.
De todas formas hay personas que no saben manejar su frustración, señala el psiquiatra Humberto Castillo, principalmente aquellos que durante la infancia no han tenido una crianza que les enseñe a manejar y calmar sus impulsos cada vez que no pueden lograr lo que quieren.
Las reacciones explosivas y violentas no tendrían cabida, argumenta el psicólogo peruano Christian Martínez, pues solo hay tres posibilidades en el deporte: ganar, empatar o perder. "Los hinchas no deben sobredimensionar el resultado final, deben asimilar que se ha perdido, empatado o ganado y que eso es un deporte, no es el fin de mundo".
Comparte esta noticia