La muerte de un hijo es una pérdida irreparable y hasta innatural. Thaniyay es un grupo de padres que vive su duelo y ha aprendido a transformar el dolor.
Al año mueren casi 180 mil peruanos, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Detrás de esas pérdidas hay toda una experiencia de dolor, que se le conoce como duelo.
Patricia, Úrsula y Alejandra son hermanas en el dolor, ellas tienen en común el haber perdido a un hijo. Esa ha sido la mayor prueba que han tenido que librar
Se ganó el cielo
Si bien la esperanza de vida en nuestro país se ha elevado a los 75 años de edad, no estamos libres de un accidente, como ocurrió con Gabriel, el hijo de Úrsula. Su partida con apenas 4 años de edad la llevó a fundar en 2012 Thaniyay, que significa "sanarse" en quechua, un grupo de ayuda mutua para padres de hijos fallecidos.
“Yo quería compañeros en este camino, quería estar con otras personas que me digan que sí iba a volver a ser feliz, que sí iba a poder seguir viviendo. Cuando estás con otras personas que han pasado por lo mismo que tú, sientes que hablas el mismo idioma”.
Thaniyay está presente en varios distritos de Lima y al interior del país en Arequipa, Trujillo y Moquegua. Próximamente en Chiclayo y fuera del país: en México. Los padres se reúnen una vez a la semana en diferentes días y horarios, no importa la edad o la causa de la muerte del hijo, todos son bienvenidos y entre ellos comparten sobre su día a día. Se retroalimentan.
Úrsula tras este duro golpe en su vida, se hizo terapeuta especialista en duelo y consejera en Logoterapia (análisis existencial). En julio de 2011 también comenzó a escribir su blog “Me gané el cielo”, donde comparte sus experiencias. “Un hijo no se olvida, es un duelo que vas a llevar toda la vida como una mochila que tienes que cargar, pero no como un sufrimiento, cada papá decide cómo lo lleva”, reflexiona.
El ángel que partió
Hace 15 años Patricia Daza perdió el bebé que estaba gestando, pero recién hace dos, decidió vivir su duelo junto a los otros padres de Thaniyay. “La tristeza es parte del duelo, el hablar es parte del duelo, a veces cuando se conversa entre dos personas, pueden llorar o sentirse sensibles, pero están apoyados unos y otros, es como que se está resolviendo, no se queda en el aire sin que nadie diga nada”.
Ángel de Jesús partió en el último mes de embarazo, pero eso no significa que su pena sea menor, asegura Patricia. “La gente piensa que cuanto más grande está tu hijo es como que te duele más la pérdida, pero no es así…Cuando estás embarazada ya tienes un proyecto de vida”.
Ella destaca que a través de la muerte de su hijo comprendió que en la vida hay cosas que le dan sentido a una pérdida tan grande. “Hay que vivir cada momento, disfrutar del día a día y continuar”.
Buscó ayuda
A diferencia de Úrsula, que se hizo terapeuta de duelo luego de la muerte de su hijo Gabriel, Alejandra Giesecke, paradójicamente dirigía grupos de apoyo de padres cuyos hijos habían fallecido. “Sé de la ayuda de los grupos de duelo y Thaniyay me ayudó...sabía que expresar mis emociones me iba a servir”.
Tres años después de la muerte de su hija Valentina, ha retomado su trabajo de psicóloga y entiende mucho mejor lo que implica la vida después de la muerte. “No hay un tiempo limitado para el duelo, puedo vivirlo en este momento, puedo congelarlo, puedo disociarlo, puede generarme malestares físicos y conductuales…El duelo es una montaña rusa de emociones, un día te sientes mejor, al otro día te vas al subsuelo, ese es su proceso”.
Estas madres han dejado de preguntarse ¿por qué a mí? y han aprendido a transformar el dolor, son conscientes que los recuerdos y la nostalgia las van a acompañar toda la vida.
¿Cuándo el duelo es enfermizo?
El psiquiatra Humberto Castillo explica: “Cada día, cada semana, este sentimiento de culpa, este dolor, cada vez va disminuyendo poco a poco y va apareciendo la resignación. Cuando el proceso se trunca en algún momento, ya estamos en un duelo patológico”.
El psicoterapeuta José Baldeón sugiere algunos rituales terapéuticos de despedida: “Una carta, otra ceremonia, el reunir las cosas del fallecido, es un despido más racional, porque el primer despido fue muy emocional”.
Abrazar el dolor, es decir, no reprimirlo ni negarlo, es avanzar en el difícil camino del duelo. “No lloro tu muerte, celebro tu vida” es el lema de Thaniyay, los padres que allí han encontrado paz, han optado por darse a ellos y a sus familias, una segunda oportunidad.
Si necesitas ayuda, puedes escribir al correo: thaniyayperu@gmail.com
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