Por: Manuel Mayorga Espichán, director nacional de la Facultad de Salud UPN y médico especialista en cuidados intensivos. ¿Qué significa la infecciosidad del virus y en que se diferencia de la patogenicidad, virulencia y letalidad?
Por: Manuel Mayorga, director de la Facultad de Salud de la Universidad Privada del Norte y especialista en cuidados intensivos.
En las últimas semanas la comunidad científica internacional nos alertó sobre una nueva amenaza para la salud pública: la emergencia de dos nuevas variantes del SARS-CoV2. Hasta el momento sabemos que la variante británica es entre 40% y 70% más infecciosa que la cepa original, pero no es más letal. ¿Qué significa la infecciosidad del virus y en que se diferencia de la patogenicidad, virulencia y letalidad?
La infecciosidad se refiere a la facilidad con la que el virus se puede transmitir de una persona infectada a una susceptible. Si antes una persona infectada con el coronavirus podía contagiar a 5, ahora puede transmitir el virus a entre 7 y 9 personas. La patogenicidad se refiere al porcentaje de infectados que finalmente se enferman, la virulencia nos indica la proporción de personas enfermas que lo hacen de forma grave y la letalidad el número de pacientes que mueren.
Si bien es cierto aparentemente esta nueva variante sólo incrementa la infecciosidad, esta característica tiene un impacto importante en la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios y puede hacerlos colapsar, tal como ha sucedido en países como el Reino Unido y España. Al aumentar el número de personas infectadas, aumentan proporcionalmente también los casos moderados y graves que van a requerir una cama hospitalaria y/o atención en cuidados intensivos (no es lo mismo el 20% de 100 que el 20% de 1,000).
En nuestro país estamos iniciando la segunda ola con camas de UCI totalmente colapsadas y con un menor número de profesionales de la salud, quienes además se encuentran agotados y desmoralizados viendo como nuestros colegas de países vecinos ya han sido vacunados desde diciembre. Es imperativo que la autoridad sanitaria se deje asesorar por los especialistas. En ese sentido, la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva (SOPEMI) nos alerta de un inminente desastre sanitario y propone acciones específicas para afrontar este rebrote.
SOPEMI sugiere no incrementar las camas UCI porque no tiene sentido hacerlo si no se cuenta con la cantidad adecuada de especialistas. Proponen limitar la demanda de camas UCI fortaleciendo la atención en los pisos de hospitalización, utilizando alternativas terapéuticas no invasivas que pueden ser monitoreadas por médicos no especialistas o enfermeras entrenadas como los dispositivos de administración de oxígeno de alto flujo (CNAF o el nacional Wayrachi) y ventiladores no invasivos (CPAP, BiPAP). Esta estrategia ha demostrado reducir la admisión a UCI, mejorar la sobrevivencia y reducir los costos de atención especialmente en contextos con recursos humanos extremadamente limitados.
Agregan que sólo deben ser admitidos en UCI los pacientes graves en quienes se ha utilizado sin éxito estas alternativas intermedias y que finalmente deben ser intubados y conectados a un respirador. Aun estamos a tiempo de cambiar la estrategia sobre la marcha (o sobre la ola) y limitar el numero de muertes.