Desde niña: no la trates como princesa, empodérala

Independiente, con voz propia y empoderada, así debe ser la mujer del siglo XXI. Hay que cambiar el chip, no se pueden postergar los sueños, por cumplir un rol de madre, esposa o ama de casa, como todavía piensa un 54.7 % de la población según, indicadores del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) del año 2015.

Existen algunos mensajes errados que marcan la desigualdad de género en el Perú, donde todavía las mujeres ganan en promedio 29.7 % menos que los hombres en el sector privado. “La sociedad va a reforzar el hecho de que son más débiles, que necesitan apoyarse en un hombre, que son más sentimentales, que hay cosas que no pueden hacer, que hay cosas que son para hombrecitos y son para mujercitas”, opina Patricia del Río, periodista y madre.

Es cierto, muchas mujeres han vivido esta discriminación en carne propia, y la razón puede partir de una equivocada forma de criar a los hijos. Desde la psicología, por ejemplo, se cuestiona que las niñas sean tratadas como princesas.

“El papá al tratar como princesa a la hija está tratándola como una niña que es incapaz de ser autosuficiente, incapaz de tener iniciativa, incapaz de tener una buena autoestima, incapaz de ser empoderada”, explica el psicólogo peruano Christian Martínez.

No hay que cortarle las alas a los hijos, hay que darles la oportunidad de explorar y de frustrarse, de aprender a decir que no. “Es mucho más fácil hacer hijos fuertes que reparar adultos rotos, es una frase fuerte, pero que dice muchísimo”, reflexiona Regina Alcóver, actriz y locutora de radio. Ella apoya que la formación en la niñez es el punto de quiebre para mejorar como sociedad.

Pero nadie nace sabiendo cómo ser padre ¿Qué sugieren los expertos?

Trazar un plan. “Conversar qué tipo de crianza y educación quieren para sus hijos, porque el papá tiene una idea de crianza y la mamá tiene otra, cuando comienzan a criar conjuntamente puede parecer un problema y entre ambos se van a estar cuestionando y desautorizando”, indica el psicólogo clínico.

Autoanálisis. Los padres deben evaluar su propia experiencia como hijos y determinar qué no quisieran replicar.

Dejarlos que exploren y elijan. Es un error decir “yo quiero darle a mi hijo todo aquello que yo no tuve”, porque -dice Martínez- quien está tratando de resolver un conflicto personal es el papá o la mamá, pero no la niña. “Una de las labores más difíciles es frustrar, es decir, no darles todo lo que pidan…eso va a ayudar a que tenga mejores decisiones, mejor capacidad para enfrentar a la vida, ser más tolerante y ser más empoderado”.

Único e individual. En los primeros cinco años es fundamental el acompañamiento del desarrollo emocional, que permite crear su propio yo, su identidad. “El adulto tiene que ir reconociéndose cómo es, para poder acompañar a un niño, porque el adulto no puede jugar con un niño si es que este no sabe jugar. El adulto tiene que empezar con él mismo a reconocer sus emociones”, dice Andrea Pérez, directora educativa de El Pez en la Luna.

Mirar hacia el niño. La relación padre-hijo debe pasar de ser vertical a ser horizontal, es el punto de inicio para aceptar qué se quiere para los hijos.  “Desvincularse de ideas presentes en la sociedad, como pensar que la niña tiene que ir a la cocina, el niño tiene que jugar con carritos, que a ellas les debe gustar el color rosado y a ellos el celeste”,  señala Pérez.

Recuerda, no existe el sexo débil. Sí se puede criar hijas fuertes y seguras que crecen con libertad y no con miedo; debemos darles las herramientas necesarias para reconocer cuándo la violencia se disfraza de amor y abuso.