La falta de acceso a una educación con enfoque de género, la persistencia de mitos y prejuicios sexuales, la vergüenza de hablar sobre el tema en la familia y en la escuela son algunas de ellas.
Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), con información actualizada del 2017, en el Perú existen 13.4% de adolescentes embarazadas (mujeres entre 15 a 19 años). Sin embargo, esta cifra en promedio persiste desde los últimos seis años.
En el 2012 el porcentaje fue de 13.2%; en el 2013 el porcentaje fue 13.9%; en el 2014, de 14.6%; en el 2015, de 13.6%; y en 2016, 12.7%, según información de ENDES. RPP Noticias se comunicó con Sara Mendoza, obstetra y coordinadora del Servicio de Orientación Sexual de Apoyo a Programas de Población (Apropo) para conocer las razones por las cuales esta cifra porcentual no varía desde hace seis años.
Sara Mendoza señala que el porcentaje actual se puede traducir en que, de cada 100 adolescentes, 13 están embarazadas por primera vez o son madres. La cifra en la Amazonía peruana es más alta con 32% de embarazo adolescente, es decir, que 3 de cada 10 adolescentes está embarazada.
En un primer lugar, una falta de educación sexual pública está ausente. “Seguimos poniendo barreras a nivel político”, comenta Mendoza, al reflexionar sobre la resistencia que existe en el Parlamento nacional respecto a la resistencia a la aplicación de un enfoque de género en la educación nacional.
Esto produce que los profesionales de la educación no estén capacitados y no puedan transmitir información fidedigna a los estudiantes, sostiene Chávez. A la ausencia de este tipo de educación básica, está el tabú familiar para dialogar sobre la sexualidad en la casa.
“Es complejo hablarlo (la sexualidad) si a nosotros tampoco nos han hablado de sexualidad”, asevera la representante de Apropo, quien agrega que los temas clásicos que se evaden son los cambios físicos durante la pubertad, los riesgos de la primera relación sexual y el uso correcto de los anticonceptivos.
“Los padres malinterpretan. Los papás creen que motivamos (a tener relaciones sexuales), no, sino brindamos información para evitar situaciones de riesgo”, sostiene Chávez, al recordar los momentos en que intenta brindar una asesoría profesional a menores de edad.
Entre los riesgos que pueden afectar a las adolescentes, está la sobrevivencia de la embarazada, según un comunicado del propio Ministerio de Salud. “El embarazo adolescente incrementa el riesgo de mortalidad materna y del niño por nacer debido a que las gestantes de dicho grupo poblacional no están preparadas física, mental y socialmente para afrontar las condiciones que demanda una maternidad sobre todo a tan temprana edad”.
Aparte, también la falta de una educación sexual incrementa la posibilidad de la transmisión de enfermedades infecciosas y, por supuesto, la aparición de un embarazo no deseado, el cual perpetúa un “círculo de pobreza”, explica Chávez, porque corta la educación básica de la menor al tener que abandonar la escuela para dedicarse a cuidar al recién nacido.
Cuando quiera trabajar va a ganar el sueldo mínimo porque no está capacitada por la ausencia de educación básica y superior, finaliza la coordinadora de Orientación Sexual de Apropo.
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