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Golpear a los hijos genera conductas agresivas

Los actos de violencia por parte de un adulto contra un niño, deja una cicatriz emocional que dura para toda la vida.

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El maltrato contra los niños puede generar comportamientos antisociales, agresivos y desafiantes, así como problemas de salud mental como ansiedad, depresión o generar un bloqueo cognitivo (mental). Por lo general los adultos que maltratan fueron golpeados en su infancia
 
Ante los recientes casos de maltrato físico infantil, especialistas del Instituto Guestalt de Lima (IGL) hacen un llamado a los padres de familia a no maltratar a sus hijos, ya que los efectos del castigo físico en los niños son devastadores para su desarrollo psíquico, sobre todo cuando el maltrato ocurre en el hogar.

Para el psicólogo y psicoterapeuta, Manuel Saravia Oliver, "el castigo físico no es una forma de educar a los hijos, ya que el maltrato contra los niños genera comportamientos antisociales, agresivos y desafiantes, así como problemas de salud mental como ansiedad, depresión o generar un bloqueo cognitivo (mental)".

"Todo acto de violencia por parte de un adulto contra un niño, sin tener en cuenta lo breve o leve que sea, deja una cicatriz emocional que dura para toda la vida. Los padres que golpean a sus hijos les enseñan con esta conducta que la interacción humana se basa en la fuerza, es decir que el que tiene más fuerza está en lo correcto. Cuanto más se golpee a un niño, será más probable que como adulto él se relacione con otros mediante la fuerza y no por la razón", advierte.

Por eso, exhortó a jamás humillar o insultar a un niño porque eso genera baja autoestima que puede convertirse en depresión, por lo que los padres deben estar muy atentos, ya que los niños no manifiestan su tristeza como los adultos. "Un pequeño con depresión puede ser irritable, inquieto o cambiar su actitud, pero de ninguna manera evidencia pena".

Niños maltratados serán maltratados en el futuro

"La violencia es aprendida en el hogar. Los modelos de los niños son sus padres, y estos tienden a aprender sus conductas. Es así que la violencia puede ser repetida de una generación a otra. Es muy probable que un adulto que maltrata a un niño haya sido maltratado en su infancia. Es así como el ciclo de la violencia se repite una y otra vez", indica el especialista.

Cuando los niños, cuyas personalidades se han formado en hogares violentos, crezcan y tengan sus propios hijos, les será muy difícil deshacerse de los comportamientos que han visto y padecido. Las aptitudes que se aplican a la vida familiar serán las aptitudes pobres que aprendieron de sus padres y es muy probable que continúen con el ciclo de la violencia con sus propios hijos inocentes.

Saravia señala que todo tipo de castigo físico es un ataque violento contra la integridad de los niños. Sus efectos permanecen en la víctima para siempre y se convierten en una parte imperdonable de su personalidad, una enorme frustración que resulta en hostilidad que se expresará más adelante en la vida con actos violentos en contra de otros. Cuanto antes comprendamos que el amor y la dulzura son las únicas maneras requeridas para tratar a los niños, mejor será. El niño, en especial, aprende a convertirse en el ser humano que ha vivido. Las personas a cargo de los niños deberían entender esto completamente.

Efectos y riesgos de los castigos físicos a niños

- Paraliza la iniciativa del niño, bloqueando su comportamiento y limitando su capacidad para resolver problemas.
- No fomenta la autonomía de los niños.
- Ofrece la actitud violenta como un modo válido para resolver conflictos.
- Daña su autoestima. Genera sensación de minusvalía y promueve expectativas negativas respecto a sí mismo.
- Interfiere en sus procesos de aprendizaje, y por lo tanto en el desarrollo de su inteligencia, sus sentidos y su emotividad.
- Les hace sentir soledad, tristeza, y abandono.
- Pueden presentar dificultades para integrarse socialmente, es decir, para hacer amigos y jugar con los demás niños.
- No se aprende a cooperar con las figuras de autoridad, se aprende a someterse a las normas o a transgredirlas.

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