Una frase, una comparación o una actividad "inocente" puede desencadenar celos entre hermanos. Descubre cómo detectarlos a tiempo y criar hijos seguros, sin favoritismos ni resentimientos.
Todos hemos oído frases como “es que a él le compran todo” o “a ella la quieren más”. Los celos entre hermanos son tan comunes como las peleas por quién se sienta adelante en el auto. Aunque muchas veces parecen parte normal de la infancia, detrás de esas emociones hay necesidades emocionales no resueltas, percepciones de desigualdad y, en algunos casos, errores de los padres que pueden causar celos.
La psicoterapeuta Rocío Marthans señaló en el programa Encendidos, que los celos no son simples caprichos o actitudes rebeldes. “Hay que entender que cada hijo tiene su propia percepción del vínculo, del acercamiento y de la atención que recibe. Entonces, los celos son una reacción emocional a cómo interpretan ese vínculo”, explica.
Esto significa que, incluso si los padres intentan dar lo mismo a todos sus hijos, la forma en la que cada uno lo vive puede ser distinta. A veces, los celos nacen de situaciones reales de favoritismo, pero muchas otras veces surgen de percepciones erróneas: “Son contradicciones con la realidad, pero igual se terminan creyendo”, advierte Marthans.
El papel invisible de los padres en la creación de celos
Una de las causas más frecuentes de los celos es la comparación. Frases como “¿Por qué tu hermano sí puede sacarse buenas notas y tú no?” o “Mira cómo tu hermana ayuda sin que se lo pidan” pueden parecer inofensivas o motivacionales, pero según Marthans, basta una frase como esa para derrumbar emocionalmente a un hijo.
Este tipo de comentarios no solo hieren la autoestima, sino que generan resentimientos y una sensación persistente de no ser suficiente. Cada niño tiene talentos distintos, y es deber de los padres reconocer y valorar esas diferencias sin establecer jerarquías.
Lo que debemos y no debemos hacer como padres
Evitar los celos no se trata de dar exactamente lo mismo a todos, sino de ofrecer un amor equitativo y personalizado. La especialista señala que es esencial ofrecer un lenguaje de amor distinto para cada hijo, de acuerdo con su personalidad e intereses.
Un error común, aunque bien intencionado, es planear actividades familiares que solo disfrutan unos y no otros. Por ejemplo: “Si digo que vamos de compras porque a una hija le gusta, pero al otro no, puede sentirse excluido o menos importante”, explica Marthans.
Otro ejemplo es la clásica división de roles: “los hombrecitos van con papá, las mujercitas con mamá”. Aunque suene tradicional o inocente, este tipo de decisiones pueden alimentar distancias emocionales entre padres e hijos y reforzar la idea de que uno es más cercano al otro simplemente por el género.
Cómo fomentar una relación sana entre hermanos
Los celos no tienen por qué ser una sentencia. Existen muchas estrategias para prevenirlos y manejarlos de forma constructiva:
- Escuchar sin juzgar: Validar lo que el niño siente, aunque no estemos de acuerdo con su percepción.
- Evitar las comparaciones: Cada hijo debe sentirse valorado por lo que es, no en comparación con otros.
- Buscar tiempo individual con cada hijo: Un rato a solas, haciendo algo que a él le guste, puede fortalecer mucho el vínculo.
- Observar señales de alerta: Si los celos se vuelven constantes o agresivos, puede ser necesaria la ayuda de un profesional.
Criar hermanos que se quieran, se respeten y se acompañen no es tarea sencilla. Los celos forman parte del proceso, pero con atención, empatía y comunicación, los padres pueden ayudar a sus hijos a transformarlos en vínculos más sanos. Como señala Marthans, “cada hijo es único, y necesita sentirse amado de una manera única también”.
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