Para casi el 15% de la población de Lima y Callao, en promedio, la entrega de coimas es percibida como una acción justificable, según el observatorio Lima Cómo Vamos.
Vivir en armonía es un reto para toda sociedad. En el caso de Lima y Callao, la insatisfacción entre los ciudadanos está relacionada a las malas prácticas realizadas por sus vecinos. Las cifras sorprenden. El 11.5% de limeños y el 19% de chalacos manifiestan aceptar la entrega de coimas para acelerar los trámites, según el más reciente estudio del observatorio Lima Cómo Vamos.
Santiago Alfaro, sociólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú, considera que detrás de esta situación hay una cultura jerárquica que lleva a los ciudadanos a intentar posicionarse sobre los otros.
“Hay como un canibalismo social, así como hay un canibalismo político, en el que los candidatos tratan de vencer como sea a sus adversarios, igual los vecinos se convierten en enemigos probables, en el día a día, en el tránsito, en la cola, en el Metropolitano, hay una cultura individualista”, comenta.
Esta tendencia al individualismo lleva a los ciudadanos a pensar en su propio beneficio, sin considerar las repercusiones en los demás. Alfaro comenta que la tolerancia a la corrupción, reflejada en la encuesta, muestra la resignación ante este problema vigente en nuestra sociedad.
“Ese es un tema de la sociedad central de la sociedad peruana que debe ser abordado de manera integral. No es solamente un problema jurídico, de ponemos más penas; tiene que ver con la manera con la que los peruanos se relacionan con la ley, entre sí y cómo se relacionan hombres y mujeres”, explica Alfaro.
El psiquiatra Humberto Castillo explica que el culto a la inmediatez lleva a los ciudadanos a pensar en solucionar sus problemas rápidamente, haciendo uso de los denominados “atajos”.
“Es una sociedad que te estimula a conductas inmediatas y las emociones también están también formateadas así. Entonces son emociones que están hechas para vivir y ser exitoso en el instante, para minimizar los riesgos en el instante", comenta Castillo.
El especialista comenta que estas prácticas son aprendidas a lo largo de la vida. “Esta experiencia de determinar si algo está bien o está mal es algo realmente complejo para el cerebro. Esto lo vamos aprendiendo poco a poco”, afirma.
En pos de la solución, el sociólogo Martín Beaumont resalta el poder de los ciudadanos para enfrentar este problema social.
“De hecho es la propia ciudadanía la que se ha movilizado para llamar la atención de muchas malas prácticas. Son los ciudadanos organizados los que más rápidamente pueden llamar la atención sobre los aspectos negativos de esas malas prácticas. De eso se trata: de estimular a que los vecinos, los ciudadanos nos movilicemos frente a una práctica que nos hace daño a la convivencia y que se denuncie y se trabaje proactivamente contra ese mal”, comenta.
El cambio debe iniciar en nosotros. Acciones que impliquen todos los ámbitos de la sociedad pueden reducir la incidencia de estas malas prácticas. No sea parte del problema y únase a la solución, la idea es crear una buena sociedad para todos.
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