Las discusiones en pareja pueden tomar distintos caminos: algunas fortalecen la relación, mientras que otras la desgastan. Entender qué marca la diferencia es clave.
Las discusiones en pareja son inevitables. Sin embargo, el problema no es pelear, sino cómo lo hacemos. La psicóloga de parejas Claudia Tassara explica que los conflictos no tienen por qué ser negativos si se manejan de la manera adecuada. Saber discutir, en lugar de evitar o escalar la pelea, es clave para fortalecer la relación.
Los errores más comunes en una discusión
Las discusiones son inevitables, pero la forma en que se manejan marca la diferencia entre un conflicto constructivo y uno destructivo. Hay errores comunes que pueden empeorar la situación. Identificarlos es el primer paso para mejorar la comunicación.
- Querer ganar: Muchas veces la discusión se convierte en una competencia en la que ambos quieren salir victoriosos. Esto impide que se llegue a acuerdos reales.
- No escuchar realmente: En lugar de intentar entender al otro, muchas personas solo piensan en qué responder. Esto bloquea la comunicación.
- Elevar el tono de voz: Gritar no da la razón a nadie. Cuando la discusión se torna agresiva, surgen insultos y la comunicación se corta.
- Usar "siempre" y "nunca": Frases como "tú siempre haces esto" o "tú nunca me escuchas" generan que la otra persona se cierre y no quiera dialogar.
- Evitar la discusión por completo: Algunas parejas deciden no discutir para evitar el conflicto. Sin embargo, esto acumula tensiones y puede terminar en una explosión emocional desproporcionada.
- Asumir en lugar de preguntar: Creer que sabemos lo que el otro piensa o siente sin verificarlo puede llevar a malentendidos y resentimientos.
- Traer a colación problemas pasados: En una discusión, es mejor centrarse en el tema puntual en lugar de recordar errores antiguos.
- Involucrar a terceros: Mencionar a familiares o amigos en medio de la discusión solo empeora el conflicto y desvía el foco del problema real.
- Victimizarse o amenazar: Hacerse la víctima o lanzar amenazas como "si lo vuelves a hacer, te dejo" no resuelve el problema, solo genera más tensión y miedo en la pareja.
Cómo discutir de manera saludable
Discutir no tiene por qué ser sinónimo de pelear. Un desacuerdo bien manejado puede fortalecer una relación en lugar de debilitarla. La clave está en comunicarse con respeto, gestionar las emociones y buscar soluciones en lugar de ganar la discusión.
- Habla desde tu emoción: En lugar de culpar, expresa cómo te sientes. En vez de "nunca me escuchas", di "me siento ignorado cuando no me prestas atención". Esto evita que la otra persona se ponga a la defensiva.
- Toma un respiro si es necesario: Si la discusión está escalando y las emociones son muy intensas, es mejor hacer una pausa y retomarla cuando ambos estén más calmados.
- Evita gritos y agresiones: Cuando la conversación sube de tono, el cerebro primitivo toma el control y la razón queda de lado. Es preferible esperar y hablar cuando las emociones estén bajo control.
- Busca acuerdos en lugar de imponer tu opinión: Las discusiones bien manejadas pueden ayudar a fortalecer la relación, siempre que se busque un punto medio en el que ambos se sientan cómodos.
- Valida las emociones de la otra persona: Frases como "ya pasó" o "no es para tanto" minimizan los sentimientos del otro y generan frustración. Es importante reconocer y respetar lo que el otro siente.
- Dale espacio a tu pareja si lo necesita: No todos procesamos las emociones de la misma manera. Algunas personas necesitan tiempo para calmarse antes de hablar sobre lo ocurrido.
La importancia de discutir bien
Las discusiones no deben verse como amenazas para la relación, sino como oportunidades para conocer mejor a la pareja y llegar a acuerdos. Al inicio, estamos en una etapa de enamoramiento donde no conocemos completamente al otro. Con el tiempo, van surgiendo diferencias que pueden ser resueltas de manera madura.
Saber discutir es un aprendizaje fundamental en la vida en pareja. La clave está en expresar emociones sin atacar, evitar generalizaciones, escuchar activamente y buscar soluciones en conjunto. Así, una discusión no se convierte en una amenaza, sino en una oportunidad para fortalecer la relación.
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