Durante los fines de semana y los feriados largos, miles de peruanos viajan en búsqueda de una realidad diferente que les permita romper con la rutina. Según un estudio científico, 20% de la población tiene un “gen viajero”.
Los primeros días de noviembre las calles de Lima parecen vivir en un domingo perpetuo. La población, en general, aprovecha el feriado largo para visitar otros lugares del Perú. Y esta motivación por romper la rutina es positiva desde la psicología.
El viaje para una persona es “el desajuste de todos sus sentidos”, señala el filósofo francés Michel Onfray en su libro “Teoría del viaje. Poética de la geografía”. Está comprobado que el experimentar una realidad distinta a la que uno está habituado ayuda a construir una persona más madura consigo misma y con los demás.
RPP Noticias conversó con la psicoterapeuta Liliana Tuñoque, de la Clínica Internacional, quien señala que el viajar es todo un desafío mental para el ser humano porque rompe con la realidad habitual que lo rodea. Ya sea solo, o acompañado, el desplazarse por zonas desconocidas nos pone a prueba.
BENEFICIOS DEL VIAJE
El reto de viajar hace descubrir a la persona destrezas, miedos y actitudes que jamás pensó tener o, mejor dicho, ocultar. La psicoterapeuta explica que entre los beneficios que se encuentran al viajar ─a otro país u otra ciudad─ son la baja del estrés y la ansiedad porque en un viaje no se vive al ritmo de un horario laboral, sino emocional. Cada hora no se vive por un resultado productivo, sino por una emoción humana.
El hecho de sentir emociones que se desprenden de experiencias jamás vividas “humaniza”, dice Tuñoque. Si bien es necesario tener una agenda de viaje, no es recomendable tener todo cuadriculado sino se vuelve un trabajo más. La sensación de bienestar debe ser natural, no producto de una fórmula.
La necesidad de ser viajero y no un turista
El filósofo Michel Onfray sostiene la diferencia entre un viajero y un turista. Mientras que el primero vive el viaje con la inocencia de un niño; el segundo observa la nueva realidad con muchas expectativas. Como un consumidor que compra un producto y espera que funcione. Ese tipo de pensamiento no ayuda a la persona a formarse, se señala en el texto.
Liliana Tuñoque agrega que debido a las vivencias novedosas y el contacto con personas extrañas durante un viaje, la persona ejercita su empatía y se encuentra en aprendizaje constante. Lo que al final de cuentas le otorga mayor seguridad.
Lo importante del viaje, ya sea por necesidad o por recreación, está tan presente en el ser humano que incluso una investigación científica (publicada en la revista Evolution and Human Behaviour) afirma haber descubierto una condición genética en las personas por los viajes.
El gen se llama DRD4 7r, pero es más conocido como el “gen viajero” y predispone al individuo hacia una personalidad en búsqueda de la novedad y la hiperactividad. Según el estudio citado, 20% de la población mundial la tiene. Un detalle de la investigación es que la presencia de este gen sería mayor en poblaciones con historias marcadas por la migración.
Una investigación publicada en The Journal of Positive Psychology señala que incluso la importancia del viaje ya ha sido internalizada en las nuevas generaciones por encima de la compra excesiva de mercancías.
La secuencia psicológica que se descubrió en dicha investigación fue que la estabilidad emocional es igual a los valores no materialistas, los cuales predijeron una preferencia por “compras de experiencias”. Esto lleva a una mayor satisfacción psicológica de las necesidades y, en última instancia, un mayor bienestar subjetivo.
Hasta la historia da la razón a los limeños al momento del viaje durante el feriado largo del 1 de noviembre. Una fecha igual en 1520, el navegante portugués Fernando Magallanes cruzó por el estrecho sur de América, ahora conocido como Estrecho de Magallanes.
Así como el viajero portugués perteneció al equipo que le dio la primera vuelta al mundo, el viaje ayuda al individuo a darle la vuelta a su personalidad.
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