Conoce la historia de cómo el equipo peruano lucho por 36 años para llegar al mundial y cómo Coca-Cola, patrocinador histórico de la selección nacional, lo acompañó. (Foto: El Comercio | Juan Ponce)
Tras el abrupto final del ciclo de Juan Carlos Oblitas, la crítica y la afición coincidieron en que el nuevo técnico de la selección debía ser un extranjero con trayectoria e historial de éxitos. Es así que, para tentar la clasificación al Mundial de Japón-Corea del Sur 2002, la Federación Peruana de Fútbol apostó por Francisco Maturana, el colombiano que había logrado las grandes hazañas con la selección de su país, como el empate 1-1 con Alemania en Italia 90 y el 0-5 a Argentina en el Monumental, por las eliminatorias para Estados Unidos 94.
‘Pacho’ había dirigido también a la selección de Ecuador en las eliminatorias para Francia 98 y, aunque no había logrado la clasificación, había dejado buenas sensaciones en la crítica peruana. Se recordaba que los norteños habían goleado a Perú en Guayaquil y habían sacado un empate de visitantes en el Nacional, dos resultados que fueron determinantes en la cuenta final de puntos que nos dejó fuera de Francia. Asimismo, se creía que la propuesta de fútbol de toque y buen trato a la pelota del colombiano era ideal para un fútbol como el peruano que considera esas cualidades como parte de su ADN.
No fue fácil convencer a Maturana y acordar un precio. Pero cuando se logró la respuesta positiva, el proceso inició con señales positivas. ‘Pacho’ incorporó como sus asistentes a un histórico de la selección –José Velásquez– y a un joven técnico peruano prometedor –Teddy Cardama–. Como preparador de arqueros reclutó al recordado arquero colombiano Pedro Zape y como preparador físico a Alejandro Richino. También convenció a José Guillermo del Solar de que regrese a la selección. Chemo se sumaría a las figuras del proceso Oblitas, como Solano y Palacios, que estaban en su mejor momento.
Además, el equipo tendría más elementos que provocaban gran ilusión: el nacimiento de un goleador de talla internacional como Claudio Pizarro, quien en su primer año en Alemania anotaría 15 goles. Y también ilusionaba Ysrael Zúñiga, atacante que por esos meses recaló en el Coventry de la Premier League. “Recuerdo que ese equipo tenía grandes figuras, pero nos costaba mucho acoplarnos a pocos días de los partidos. Y si hay que ser sinceros, no teníamos la unión que existe ahora. A muchos le ganaban los egos”, reflexiona hoy ‘Cachete’, todavía sobreviviente en el fútbol profesional.
El sueño duró poco
Así las cosas, la selección saldría a la cancha del Estadio Nacional en olor de multitud. La selección salía a jugar por los arcos de Coca-Cola, saludaba a la afición y, a la hora de jugar, gustaba. El debut eliminatorio fue una fiesta: tribunas colmadas de gente, una barra dirigida por el recordado ‘Pecoso’ Ramírez y un desenlace feliz. Perú venció 2-0 a Paraguay y en la segunda jornada, con recordado golazo de Juan Jayo, le empató a Chile a domicilio (1-1). ¿Cómo olvidar aquella celebración del ‘Chorri’ con aquel polo que decía “Te amo Perú” en el Nacional, luego de batir con un remate espectacular a Chilavert? Mejor comienzo para el proceso, imposible.
Sin embargo, la emoción duró poco. Maturana había tocado notas muy agudas con una flauta imaginando que Lima era Hamelin. Vestía elegantes sobretodo, relojes de lujo y su discurso seductor encandiló durante los primeros meses. Consiguió que los jugadores extranjeros vinieran en vuelos de primera clase porque decía que “como se vive, se juega”. Todo este discurso estrafalario le empezó a jugar en contra cuando la selección dejó de ganar. Entonces, la prensa empezó a señalar otras cualidades menos felices de Maturana: se destacaba que no trabajaba lo suficiente y prefería estar en el hipódromo que en la Videna o en los estadios viendo potenciales jugadores de la selección. Vino una seguidilla de derrotas y pronto la situación del técnico fue insostible. Luego de caer ante Argentina en Lima, Maturana fue destituido. Apenas pudo dirigir ocho partidos con Perú en la eliminatoria.
La hora del ‘Diamante’
Julio César Uribe fue el reemplazante natural de Maturana. Pululaba por la Videna a diario y prodigaba gentileza con los periodistas. Era su momento como entrenador de la Sub 20 y lo que sospechaba se hizo realidad: asumió la mayor cuando Pacho dejó el cargo. Su tarea era tratar de levantar un equipo que parecía ya sentenciado.
El ‘Diamante’ no tenía mucho tiempo para diseñar un proyecto. Entendió que el grupo estaba partido y quiso darle un nuevo aire a la selección convocando gente ‘fresca’, pero lo que resultó fue una convocatoria pintoresca –por decir lo menos-. A Bolivia viajaron ‘Tata’ Reyes, Alfredo Carmona, Darío Muchotrigo y Pancho Pizarro como posibilidades. La apuesta no funcionó y Perú perdió 1-0 ese partido. Sin embargo, luego lograría algunos resultados esperanzadores: Perú vencería 3-1 a Chile en Lima y luego sacaría un buen empate ante Brasil como visitante (1-1).
El hincha volvía a creer en el milagro y en lo matemáticamente posible. Para recibir a Ecuador, Perú se mudó al entonces recién estrenado Estadio Monumental de la U y Uribe alineó a tres delanteros: Claudio Pizarro, Andrés Mendoza y Flavio Maestri. El ‘Bombardero’ abrió la cuenta rápido, pero Ecuador remontó y ganó aquel partido por 1-2. La eliminación quedó sellada. Al final de la campaña, Uribe hizo la misma cantidad de puntos que Maturana y quedamos muy lejos de la clasificación.
Tan lejos de Alemania
Para el próximo proceso, la apuesta extranjera se reafirmó. Vale recordar que para el 2004 los dirigentes Julio Velásquez Giacarini y Lander Alemán viajaron a Brasil a entrevistarse con Paulo César Carpeggiani, quien no aceptó dirigir a Perú. También se entrevistaron con Tite, sin resultados.
De cualquier forma, el elegido sería brasileño. La dirigencia finalmente cerró el acuerdo con Paulo Autuori, quien había ganado títulos con Cristal y Alianza, además de haber ganado una Libertadores con el Cruzeiro. Nuevamente, se comenzó la campaña eliminatoria con mucha esperanza. Surgían nuevos valores, como Jefferson Farfán, que prometían darle una gran cuota de gol a la selección. Solano, Pizarro y Andrés Mendoza eran tres jugadores peruanos que triunfaban en Europa y entusiasmaban al hincha. Nuevamente, la selección debutó en Lima a estadio lleno: si hay una constante en todos procesos de la selección es el apoyo de los hinchas desde la tribuna y de Coca-Cola como auspiciador, en las buenas y en las malas. Perú goleó a Paraguay en su debut (4-1) y parecía destinado a hacer una buena campaña, pero pronto se desinfló y la permanencia de Autuori quedó en entredicho.
Nuevamente, la eliminación quedó sellada ante Ecuador, en Lima. Con el partido 2-2 y a punto de terminar, Andrés Mendoza recibió un balonazo largo y, luego de un magnífico control orientado, quedó frente al arco. Lo que pasó luego lo recuerdan los hinchas hasta ahora: el ‘Cóndor’ quiso definir con su pierna (la zurda) y pifió malamente. Ese yerro marcaría el resto de su carrera.
Tras ese partido, Autuori dejó el equipo. La excusa perfecta fue la intromisión política: el Congreso lo citó para pedirle explicaciones sobre el juego del equipo y sobre su salario. El brasileño adujo que no había condiciones para seguir trabajando y se fue a seguir su carrera a Brasil. Lo reemplazó Freddy Ternero, quien había logrado con Cienciano los dos logros más importantes del fútbol peruano a nivel de clubes: la Copa Sudamericana y la Recopa. Con la selección, estuvo muy lejos a aquellos éxitos: apenas sacó 4 puntos en los 5 partidos que dirigió.
Con Chemo tocamos fondo
Tras el breve proceso de Ternero, la FPF contrató a Franco Navarro para hacerse cargo de la selección. Luego llegaría Julio César Uribe, quien dirigió a la Blanquirroja en la Copa América de Venezuela 2007. Se suponía que el torneo continental serviría como laboratorio para la eliminatoria a Sudáfrica 2010. Pero Uribe sería desembarcado antes de iniciar ese proceso. Su reemplazante sería José Guillermo del Solar, el ‘Chemo’.
Nuevamente, había entusiasmo. Chemo se encargó de reforzar esa sensación en su primera conferencia de prensa, cuando manifestó que “pasarán cincuenta años antes de generación así”. Ese era el nivel de confianza que tenía en sus jugadores. Una confianza que no fue retribuida. Perú hizo una campaña terrible y acabó último en la eliminatoria. El plantel no solamente rindió poco, también protagonizó sonados casos de indisciplina que motivaron la separación de jugadores como Claudio Pizarro, Jefferson Farfán y Santiago Acasiete.
Es poco lo que se puede recordar de esa triste campaña previa a Sudáfrica 2010. Si algo vale la pena, ese aquel gol de Johan Fano ante Argentina que le dio un empate agónico a Perú y que inmortalizó el relato de Daniel Peredo. En ese contexto, eran pocos los auspiciadores que seguían apostando por la selección. Uno de ellos era Coca-Cola.
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