Hay que enseñarles a los hijos a superar el miedo al rechazo e inculcarle el respeto al otro reconociendo el valor de las diferencias.
En la psicología, la tolerancia es la habilidad que posee una persona para admitir las diferencias con sus semejantes. O como lo diría la Real Academia el “respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque repugnen a las nuestras”. Sin embargo, el ser tolerante no es lo mismo que aceptar todo lo que nos revela el otro. Tendremos que admitir las diferencias, no ridiculizarlas o agredirlas de algún modo y siempre ser respetuoso con las personas.
Ser tolerante en familia, por ejemplo, “implica un respeto mutuo entre todos sus miembros, siempre y cuando las opciones personales no perturben la estabilidad y el buen funcionamiento de todo el colectivo”, explica el portal de prevención de drogas ‘Proyecto Hombre’. Aprender a ser una persona con esta capacidad no es fácil, porque no se enseña en colegios o universidades. Es algo que debe venir de los valores del hogar.
Y si bien nunca dejaremos de educarnos sobre esta habilidad, estas son algunas claves para que tú y tu familia puedan progresar hacia esa meta.
Ser tolerante con uno mismo. Es imprescindible enseñarle a nuestros hijos que tal vez una gripe no nos deje hacer lo que hemos estado planeando por meses. La clave está en saber que no existe la perfección y que tenemos ser más “buenos” con nosotros mismos. Por ello, no es que haya que evitar todo lo que está fallando a nuestro alrededor. Al contrario, admitamos que existe la posibilidad del error y que tenemos que vivir en armonía con ello y con nuestras propias limitaciones.
Superar el miedo al rechazo. La idea no es prescindir del rechazo sino aprender a vivir con él para que de esta forma no devaste nuestra autoestima. Es muy importante enseñarle a nuestros pequeños a escuchar la palabra “no” sin que hagan berrinche o se desplomen emocionalmente.
Inculcar el respeto al otro. Si tu niño no tiene capacidades artísticas o deportivas no tiene porqué sentirse discriminado o agredido de alguna manera. El grupo familiar debe permitir las diferencias entre ellos mismos para que también puedan tolerar el resto de desigualdades: peso, habilidades, color de piel, defectos físicos. Es significativo incentivar el respeto hacia el otro, no solamente como una estrategia para hacer la convivencia mejor, sino como una manera de crecimiento grupal e individual.
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