Reparar ropa que ha sufrido pequeñas fisuras, dejar de consumir plásticos de un solo uso o restaurar muebles son actividades sencillas que pueden beneficiar al planeta.
El volumen de desechos en el Perú viene en aumento durante los últimos 10 años, con un promedio actual de 21 toneladas de residuos sólidos generados a diario, de acuerdo con el Ministerio del Ambiente (Minam). De estos desechos, se asegura que más del 50% son residuos orgánicos como restos de comida o las hojas secas.
Aunque parecen no ser aprovechables, existen programas que han logrado darles un nuevo uso. Hasta fines del 2021, la iniciativa Recicla Lima recuperó 350 toneladas de residuos orgánicos, con lo que se obtuvo 65,5 toneladas de compost (abono) y 1,5 toneladas de humus, usados en ocho huertos urbanos y en el mantenimiento de áreas verdes.
Este proceso que apunta a darle más de un ciclo de vida a los productos se llama Economía Circular. Según el Ministerio de Producción, este modelo busca mejorar la productividad al reutilizar, reparar y reciclar con el fin de evitar residuos sólidos y hacer uso más eficiente de la materia prima del planeta.
Desde febrero del 2020, nuestro país cuenta con una “Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en el Sector Industria”, la cual contiene enfoques de producción y consumo sostenible, así como aprovechamiento de material de descarte. ¿Cómo podemos sumar en esta ruta? Mariano Castro, exviceministro de Ambiente y actual integrante del comité directivo del programa de la ONU “Ambiente para el desarrollo y derecho ambiental”, explicó en La Rotativa del Aire de RPP formas prácticas en las que podemos aplicar la economía circular en nuestro día a día.
Buenos hábitos de economía circular
Según el Minam, cada peruano genera diariamente un promedio de 800 gramos de desechos sólidos. Para Mariano Castro, es una necesidad dejar de pensar en estos residuos como basura y, por el contrario, considerarlos como materiales que pueden ser reusados, reciclados y recuperados.
“El tránsito hacia una economía circular supone cambios en la forma como producimos y consumimos. Es fundamental tener esos dos componentes, de tal manera que dejemos esa economía lineal en la cual se extrae, se produce, se consume y se arrojan los residuos. La economía circular busca mantener por mayor tiempo posible materiales dándoles mayor valor, reduciendo al mínimo la generación de los residuos”, sostiene.
Por su parte, desde el Minam, recalcan que la segregación de residuos comienza en casa, al iniciar con la separación de los desperdicios en cuatro recipientes diferenciados como aprovechables, no aprovechables, orgánicos y peligrosos.
Los aprovechables son aquellos a los que podemos darle utilidad, como el papel, cartón, vidrio, plástico, textiles, cuero y tetrabrik. Los no aprovechables son los residuos sanitarios, como colillas de cigarro y papel encerado y metalizado. En tanto, los orgánicos incluyen a los residuos que se pudren, como las frutas, verduras, carnes, etc. Finalmente, los peligrosos son las pilas, luminarias, medicinas vencidas, plaguicidas, entre otros.
“¿Qué está en nuestras manos? Cuando decidimos consumir productos de agricultores que protegen la agrobiodiversidad en las zonas altoandinas estamos promoviendo un consumo sostenible. O cuando decidimos dejar de consumir plástico de un solo uso estamos contribuyendo, en cada una de nuestras familias, mercados populares, barrios y ciudad, a reducir el 36% de la contaminación plástica que se genera en el país”, recalca Castro.
Reparar nuestros electrodomésticos antes de comprar nuevos artefactos, coser las fisuras de la ropa para prolongar su ciclo de vida, poner un tiempo máximo de cinco minutos a nuestras duchas, no dejar correr el agua al lavarnos los dientes o secar nuestras prendas con la luz del sol en lugar de utilizar un secador son acciones cotidianas que promueven un consumo sostenible y se alinean a los principios de economía circular.
Políticas públicas sobre economía circular
Además de la mencionada “Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en Sector Industria”, Mariano Castro precisa que existen tres grandes políticas vigentes que promueven el tránsito hacia una economía circular en nuestro país: el Plan Nacional de Competitividad y Productividad, la Política Nacional del Ambiente al 2030 y la Plataforma Peruana por una Economía Circular.
Aprobado en 2019, el Plan Nacional de Competitividad y Productividad apunta hacia una mejor utilización de nuestros recursos naturales, y a la adopción de métodos de producción y patrones de consumo que fomenten una economía circular. Castro precisa que dentro de este plan se encuentran los acuerdos de producción limpia (APL) que se realizan entre el Ministerio del Ambiente y las empresas que han decidido voluntariamente mejorar sus prácticas empresariales.
“La Política Nacional del Ambiente al 2030 tiene objetivos específicos para generar las condiciones y destrabar los procesos necesarios hacia una economía circular. Además, se ha impulsado una Plataforma Peruana por una Economía Circular, un compromiso entre gremios empresariales de diversos tipos, ministerios, universidades, expertos y municipalidades, para desarrollar una plataforma público-privada”, precisó.
Para el exfuncionario del Minam, el cumplimiento de estas políticas, a la par del trabajo individual de cada peruano, son claves para promover la economía circular: “Hay un marco de políticas que busca que con los esfuerzos del productor, de las empresas, así como también los consumidores, transitemos en forma asociada hacia la única forma de economía sostenible, que va a ser la economía circular”, puntualizó.
Ciudades con Futuro es una campaña organizada por RPP, con el compromiso de Enel y Lima Expresa, que busca promover la necesidad de ver a nuestras ciudades como espacios en los que podemos mejorar nuestra calidad de vida a través del cuidado del medio ambiente, la promoción de la economía circular y el impulso de una movilidad sostenible.
Comparte esta noticia