El Centro de Investigación Liderazgo Socialmente Responsable, Mujer y Equidad de Centrum PUCP que dirige Beatrice Avolio presentó el estudio “Gestión y Distribución del Tiempo de las Mujeres y Hombres en el Perú” mostrando un diagnóstico sobre el tiempo destinado por las personas a sus diversas actividades cotidianas y visibiliza la persistencia de las inequidades de género que no necesariamente se reflejan en el análisis tradicional del mercado laboral.
Entre los resultados del estudio, en Lima Metropolitana en horas de trabajo a la semana se evidenció que las mujeres destinan 49.8 horas para los trabajos remunerados frente a las 57.9 horas que realizan los hombres. En cuanto a los resultados de los trabajos no remunerados, las mujeres dedican 33.6 horas a la semana frente a las 16.3 horas que dedica el hombre. En cuanto a las actividades personales, las mujeres dedican 83.4 horas frente a las 74.3 horas que dedica el hombre. Siendo la carga total de trabajo de una mujer promedio en Lima del 60% de trabajo remunerado y el 40% de trabajo No remunerado. En el caso del hombre dedica el 78% a trabajos remunerados y el 22% a trabajos no remunerados.
En resumen, las mujeres trabajamos 8 horas menos a la semana en nuestras posiciones laborales, tenemos 10 horas menos para nuestras actividades personales, pero dedicamos el doble de tiempo a las tareas no remuneradas del hogar, lo que nos lleva a tener una carga de trabajo total mayor que la de los hombres de 18 horas por semana ¿Podría ser esta la razón por la que las mujeres seguimos ganando 30% menos que los hombres, de acuerdo a lo indicado por la Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Silvia Loli durante la presentación del informe?
La data que se presenta nos invita a reflexionar sobre cómo es la vida cotidiana y cómo son los días promedio de las mujeres. Si trabajamos en total más horas por semana que los hombres, alcanzamos nuestros objetivos laborales y llevamos un hogar medianamente bien organizado, ¿qué estamos sacrificando de nosotras? y ¿qué tipo de prácticas y dinámicas debemos incorporar en nuestra familia y trabajo para que la balanza se incline más a nuestro favor y así lograr la ansiada equidad?
En mi experiencia trabajando y liderando equipos de mujeres, he observado algunas características que claramente no son excluyentes a los hombres, pero las percibo muy acentuadas en ellas; como el nivel de intensidad con el cual operan, la facilidad para hacer multitareas, el compromiso emocional con el equipo, así como altos niveles de empatía que demuestran. Pero no todo es positivo, también he percibido un mayor nivel de conflicto entre los equipos de mujeres y altas dosis de controlismo y micromanagement.
Luego de haber analizado esta data y reflexionado respecto de mi experiencia con mujeres, estoy invitada a pensar que probablemente las mujeres necesitamos desarrollar estas características y habilidades con la finalidad de poder cumplir con todas nuestras responsabilidades en nuestros diferentes frentes de trabajo, sea en lo laboral, en el hogar o de manera individual y así cumplir con las expectativas propias y de la sociedad.
Todas y todos debemos ponernos la camiseta y practicar en nuestra vida cotidiana algunas acciones que nos permitan comprometernos con una mayor equidad de género: por ejemplo, es importante visibilizar de manera positiva los pensamientos y comportamientos culturales que fomentan la desigualdad y el machismo en las tareas del hogar, hablar sobre ello y romper paradigmas. Una práctica que podría ser de mucho valor en casa es dialogar abiertamente sobre las responsabilidades y el significado del trabajo productivo no remunerado, que es tarea de todos y todas por igual.
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