Este año, el Instituto del Mar del Perú (IMARPE) ha lanzado un destacable esfuerzo para la divulgación científica. Como parte de la celebración del Día Mundial de la Biodiversidad, se presentó el Catálogo Digital de la Biodiversidad Acuática del Perú, una plataforma de libre acceso dónde se puede obtener información sobre las especies de flora y fauna que habitan en el mar y ríos del país. Este esfuerzo se suma al portal INFOPES, desarrollado por la Facultad de Pesquería de la Universidad Agraria La Molina (UNALM) con apoyo de Oceana, el cual reúne además de información biológica, estadísticas pesqueras y de comercialización.
Ambas iniciativas brindan información clave para entender el manejo de nuestros recursos hidrobiológicos marinos que posee cerca de 2 000 especies (en realidad más de 3 853 según IMARPE). No es para menos, tenemos el mar más productivo del mundo y la principal pesquería individual del planeta (gracias a la anchoveta), entre otros records de los que nos enorgullecemos y que conforman uno de los pilares de la gastronomía, sin olvidar el atractivo de playas e islas del litoral.
Sin embargo, tenemos una deuda pendiente de larga data con la biodiversidad marina y de agua dulce del país al no reconocerlas como fauna silvestre y, en consecuencia, excluirlas de las listas de especies amenazadas que reconoce como tales el Estado Peruano, ya que en el Perú son consideradas recursos hidrobiológicos.
Obviamente, la inclusión de una especie en una lista de especies en peligro no mejorará su condición ni la hará más atractiva para el estudio por especialistas, no es así como funcionan las listas rojas de especies. Se trata más bien de una herramienta que permite relevar el estado general de la conservación de la biodiversidad de un lugar determinado. Es más que una árida lista de nombres científicos, pues permite informar al público y ayuda a establecer medidas especiales de conservación dentro de las políticas de desarrollo.
En agosto del 2018 el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) publicó el Libro Rojo de la Fauna Silvestre Amenazada del Perú en el cual se incluyeron 389 especies amenazadas, ninguna marina, ninguna exclusivamente acuática. Los especialistas encargados del proceso prepararon algunas propuestas de inclusión de fauna hidrobiológica. Se ignora la respuesta del Ministerio de la Producción, ente encargado de las especies marinas y de agua dulce del país.
Aparentemente el proceso de categorización de especies acuáticas en el país sigue atrapado en las entrañas de la burocracia estatal, en parte por desconocimiento acerca de su importancia y en buena medida, por no comprender que un país no se puede desarrollar a espaldas de su biodiversidad.
La extendida mentalidad de que la protección de los recursos naturales resulta ser un obstáculo para el desarrollo, un trámite adicional en la larga lista de requisitos para transformar el paisaje no alcanza para entender que las salvaguardas ambientales tienen como propósito asegurar que el patrimonio natural persista en el tiempo.
A pocos años del bicentenario y con crecientes aspiraciones de ser considerado como un país desarrollado, el Perú aún no se reconoce en el espejo de su biodiversidad. Todo parece indicar que nuestro camino a la modernidad estará flanqueado por los obituarios de las especies que extinguimos sin apenas conocerlas.
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