Proponemos iniciar el debate de esta intuitiva relación indicando como premisa: el sociólogo busca entender la política. Rozar principios que expliquen, además, coyunturas sociales. El desarrollo de los temas futbolísticos genera una expectativa social-integradora. No es dato menor, si se procura interpretar esa expectativa social en una variable que explique algún aspecto de lo político, de lo social ¿Por qué un político recurre al fútbol (el desarrollo de un partido de fútbol) para explicar, análogamente, su estrategia política? Al parecer, existe un equivalente entre el desarrollo de un partido de fútbol acompañado del “planteamiento” del técnico, ante el desarrollo de una situación política y que involucran al interesado. Las inferencias brotan siguiendo el orden de la analogía: el D.T. tiene a su cargo 16 jugadores, a los que dispone según criterio a fin de conseguir el resultado (ganar, empatar, no perder, etc.). El político tiene a su cargo un determinado número de recursos (dinero o personas adeptas), los cuales dispone según criterio a fin de conseguir el resultado (el poder). Los pasos que conforman el pensamiento político de un político semejan al pensamiento del Técnico que explica por qué introdujo un jugador en determinada posición del campo. Así como un equipo se repliega para contraatacar, un político se dispensa y reevalúa los escenarios. Consideremos una segunda premisa: el D.T. y el político comparten un elemento en común: la imperiosa necesidad de una estrategia.
Por otro lado, si bien se asume que hay una predisposición de identificar al D.T. con el político, también es viable la identificación entre el político y el jugador (recordamos enfáticamente que la analogía fútbol y política es un intento que proviene, las más de las veces, de parte del político). Esta última semejanza origina acaso sugerentes pero agradables ideas en la mente del político. Se concibe a sí mismo como un 10 en el medio campo de un esquema de estrategia política o de su esquema de estrategia política. Pero esta sugestiva analogía puede acariciar la mente de un político, en el caso del científico de lo social puede mover a llevar esa analogía por el rumbo de un sugerente análisis: el cómo funciona el juego de 11 jugadores y su D.T refleja una forma del régimen. Hacía la década del 70, la Selección peruana llegó acaso a su nivel más alto de juego, y el país, sociológicamente, llegó a la agudización más alta de sus diferencias (1968, la “Revolución” de Velasco; 1970-1980, los procesos de democratización). Nuestra lectoría puede advertir ya que la analogía explicativa entre la política y el fútbol no se reduce a si éste concentra o no a la sociedad en masa, o si es circunstancialmente un simple distractor social, sino a un esfuerzo por evaluar lo político desde perspectivas no políticas.
Reevaluemos nuestras dos premisas: 1) el sociólogo busca entender la política. Rozar principios que expliquen, además, coyunturas sociales y 2) el D.T. y el político comparten un elemento en común: la imperiosa necesidad de una estrategia. Ambas están en relación estricta con la analogía fútbol – política. Conviene indagar si está asociación explicativa la busca o no el jugador de fútbol o el D.T. Es decir, si alguno de ellos explica cada acción suya o decisión sobre el campo de juego a la manera como el político explica la forma como se decanta el espacio político sobre el cual incide. Finalmente, si buscamos orillar está analogía por el desarrollo de buscar esclarecer la epistemología de la ciencia política a través de la ciencia del fútbol, el concepto de estrategia, que indicamos es el imperativo que en común tienen el D.T. y el político, comporta algo así como un dispositivo de ideas, que genera conceptos útiles que puedan explicarme un aspecto de la realidad sobre la cual busco influir. Hay que ir a tientas en un espacio de nuevas ideas.
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