“Se estima que casi el 10 % de la población peruana (más de tres millones de peruanos) se ha ido en busca de un mejor futuro”
Rómulo Mucho, exviceministro de Minas
¿Alguna vez pensaste en la posibilidad de salir del país y empezar una nueva vida afuera? ¿Te imaginaste trabajando en una empresa en Canadá, haciendo negocios en los Estados Unidos o creando un emprendimiento en España con los ahorros de tu vida? ¿Sueñas con criar a tus hijos en un ambiente más seguro y donde sus posibilidades de tener un mejor futuro se multipliquen?
El Perú ha tenido periodos históricos donde se produjo el éxodo masivo de un gran número de compatriotas. El terrorismo que azotó al país en los años ochenta y la profunda crisis económica de inicios de los noventa impulsaron a familiares, amigos y conocidos a aventurarse en tierras extranjeras para forjarse un mejor futuro. Además, las facilidades que otorgó el Gobierno japonés en los noventa para repatriar descendientes japoneses a fin de que trabajen en sus fábricas promovieron el flujo masivo de compatriotas.
Recientemente, con la actual coyuntura política que vive el país, se ha vuelto a hablar de un gran número de peruanos que ha decidido abandonar el país en los últimos meses y otros que están analizando opciones de estudios superiores y ofertas laborales en el exterior. Entre los emigrantes peruanos destaca un porcentaje de personas que son empresarios, profesionales, técnicos calificados e incluso estudiantes de educación superior, por lo que podríamos considerarlo como una fuga de talento local que abandona el país en busca de mejores oportunidades para desarrollar su potencial.
Hay muchas razones detrás de la decisión de dejar el país. Algunas de ellas están relacionadas con el escenario político y el impacto negativo que este pudiera tener sobre las perspectivas económicas a futuro. Otras son el clima de inseguridad ciudadana que se vive en la actualidad. También existen razones ligadas a aspectos de desarrollo profesional y a la búsqueda de mejores oportunidades laborales en un país más desarrollado.
Esta fuga de talento afecta de forma negativa las perspectivas a futuro de nuestro país, porque significa que técnicos y profesionales formados aquí, que podrían liderar el desarrollo económico de los próximos años, dejarán un vacío difícil de llenar en las empresas locales e incluso en instituciones públicas. También es probable que muchas empresas locales o transnacionales que operan en el país recurran, a su vez, al talento internacional, sobre todo de la región latinoamericana, con la finalidad de cubrir algunas posiciones importantes.
Existen países líderes en el mundo, como China, que en los últimos años han desarrollado una política agresiva para repatriar el talento de su país. Sus acciones han obtenido buenos resultados a nivel económico, científico e intelectual, hasta el punto de que hoy disputan la supremacía global con los Estados Unidos.
Algunos países han desarrollado una política agresiva, pero de atracción del talento foráneo. Como ejemplo de esta política inmigratoria, tenemos a Canadá, un destino tradicional para inmigrantes calificados con los cuales intenta dotar de dinamismo económico a su inmenso territorio. Otras naciones como Japón y bloques como la Comunidad Europea (CE), cuya tasa de envejecimiento de la población es alta y con bajos índices de natalidad, han iniciado con éxito programas de beneficios para atraer al mejor talento de diferentes partes del mundo, a quienes capacitan y brindan oportunidades de desarrollo.
Las políticas promovidas por estos países, sin duda, traerán beneficios a sus economías y se convertirán en un incentivo que motivará a muchos peruanos calificados a dejar el país en los próximos años con la esperanza de lograr sus sueños. Si el país no tiene la capacidad de retener a sus talentos, corre el riesgo de ver frustrados sus proyecciones de un desarrollo económico a futuro. Por otro lado, el panorama mundial nos muestra que los países se convertirán cada vez más en territorios multiculturales, donde los Gobiernos deberán aprender a administrar las grandes posibilidades que esto puede traer, pero también a lidiar con la tensión social que acompaña estos movimientos migratorios masivos.
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