Cada día me sorprendo más de la cantidad de niños y jóvenes deprimidos y con problemas de ansiedad. Ni qué decir de los adultos. ¿Qué está pasando con nosotros? Hay muchos factores que explican esta crisis actual del bienestar emocional; uno de esos factores es el afán desmedido por alcanzar el “éxito”.
La sociedad actual nos vende varias ideas distorsionadas que nos empujan a creer en concepciones sobre el éxito que resultan siendo falacias.
Si buscamos en internet, vamos a encontrar definiciones variadas sobre lo que es el éxito: “es el resultado feliz y satisfactorio de un asunto”, “es el triunfo o el logro de la victoria”. Hasta aquí no hay mayor problema, todos deseamos obtener resultados satisfactorios. El asunto se complica cuando encontramos definiciones como la siguiente: “es alcanzar los estándares que la sociedad propone: dinero, fama, reconocimiento”.
Desde mi experiencia profesional y personal he podido identificar cinco asociaciones bastante arbitrarias:
- ÉXITO=DINERO
El antropólogo Marvin Harris afirmó que “Tras la aparición del capitalismo en la Europa Occidental, la adquisición competitiva de riqueza se convirtió una vez más en el criterio fundamental para alcanzar el gran estatus de HOMBRE”.
Tener más y de lo mejor se ha convertido desde entonces, en el esfuerzo diario de miles de personas, a costa incluso de su salud física y emocional.
No está mal trabajar y esforzarse, querer ganar dinero para que no falte nada, el problema viene cuando nos obsesionamos con el tema y descuidamos no solo nuestra salud sino nuestros vínculos, que son lo más valioso que tenemos.
Se ha encontrado que una causa de depresión de los niños es la ausencia de los padres, ausencia física y emocional que se da muchas veces por el exceso de trabajo.
Un estudio longitudinal de la Universidad de Harvard (el más largo en la historia ya que ha durado 80 años) y que analizó la vida de 724 individuos, encontró que ante la pregunta ¿Qué es lo que tú piensas q te haría feliz? El 80% de los participantes respondieron cuando eran adolescentes que el “dinero” los haría felices.
Aquí una pregunta para la reflexión: ¿Qué estamos inculcando en nuestros niños y jóvenes para que estén tan convencidos de que el dinero les dará la felicidad?
- ÉXITO=FAMA
De acuerdo a la RAE, una de las definiciones de Fama es el “Hecho de ser reconocidas las cualidades de una persona o una cosa, o los actos de una persona, por mucha gente y de que se hable de ellos”. Cuando la obsesión por ser conocido y reconocido invade la vida de una persona, es riesgoso, ya que incluso se pueden ver tambaleados los valores personales, buscando mantener esa “fama” a cualquier precio.
En el estudio de la Universidad de Harvard mencionado líneas arriba. El 50% de los adolescentes encuestados respondieron que creían que ser famosos les daría la felicidad.
Cabe mencionar que al final del estudio, no fue el dinero ni la fama lo que los hizo felices ya en la adultez. Lo más valorado en la adultez y en la vejez fueron las relaciones interpersonales, las de buena calidad y convivencia (no las virtuales). Se encontró que las personas solitarias se enfermaron y murieron infelices y las que tuvieron buenos vínculos vivieron con más satisfacción. En la vejez el saber que alguien los iba a ayudar si les pasaba algo fue indicador de tranquilidad.
Por lo expuesto hasta aquí, podemos concluir que ni el dinero ni la fama son condicionantes de bienestar emocional.
- ÉXITO=APARIENCIA FÍSICA
El cómo te vez físicamente ha pasado a ser una obsesión de muchas personas. La asociación que existe entre delgadez y éxito, o entre cuerpo con musculatura y popularidad, hace que muchos jóvenes (y también adultos) corran tras el ideal del cuerpo perfecto, del que no envejece, en el que no se permiten gorduras, arrugas, flacidez.
No está mal cuidarse y querer verse bien, el problema es cuando esto se vuelve una obsesión y marca la vida de la persona y la termina enfermando.
¿Dónde está el valor del ser humano como persona, la autoestima que permite quererse a uno mismo a pesar de no tener el cuerpo perfecto? ¿A qué le estamos dando prioridad cuando conversamos con nuestros niños y jóvenes: al cómo se ven o al cómo se sienten?
- ÉXITO=COMPETITIVIDAD
Ganar, ganar, siempre ganar y ser mejor que otro. Competir con el otro en vez de trabajar junto con el otro, en vez de compartir con el otro. En una sociedad individualista y competitiva como la nuestra, las nuevas generaciones crecen con la convicción de que solo el ganador es quien tiene éxito, que solo el que cumplió la meta siente satisfacción. Pues no es así, también hay satisfacción y plenitud en los procesos. A veces no se gana pero igual se logra. No es necesario competir todo el tiempo, lo que es necesario es sentir que uno está haciendo lo mejor que puede, pero por uno mismo no por el hecho de ganar.
Un estudio de la universidad de Yale reveló que tanto ganar como perder activan conexiones neuronales que favorecen el aprendizaje.
- ÉXITO=NO EQUIVOCARSE
Y esta última asociación es lapidaria: no está permitido fracasar, no debes equivocarte. Nada más lejos de la realidad. Seres humanos somos, y nos vamos a equivocar de todas maneras. De los errores también se aprende, el error también favorece el aprendizaje.
Lo más curioso de todas estas asociaciones distorsionadas es que sabemos no son reales, adecuadas, objetivas, pero igual muchas veces las seguimos en automático, sin detenernos a evaluar lo que estamos haciendo de nuestras vidas. Dejamos poco espacio para los vínculos reales, para conversar, para tocar el mundo de las emociones y los sentimientos.
La buena noticia es que las generaciones están cambiando y muchos jóvenes hoy en día ya no crecen con estos esquemas: disfrutan las experiencias, y buscan vivir intensamente. Pero hay muchos que si están atrapados, creciendo en esa cultura equivocada del éxito.
Desde mi postura personal, todas estas distorsiones hablan de un éxito externo y efímero. Tengo claro que ni el dinero, ni la fama, ni la apariencia física perfecta, ni el ganar siempre y nunca equivocarse definen al ser humano y que el verdadero éxito es algo mucho más profundo (no algo externo). Para mí, éxito es saber por dónde vas, es el sentido que das a cada acción e interacción, a cada paso, independientemente de los resultados. El éxito es esa satisfacción de saber que lo que estás haciendo responde a un propósito, a tu sentido de vida. Los resultados son productos del camino, pero no son el camino. Busquemos el éxito que viene desde nuestro ser y que nos impulsa a ser mejores seres humanos cada día.
¿Qué concepto de éxito tienes? ¿Es tu propia concepción o la que la sociedad te impone?
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