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El teléfono celular es el aparato tecnológico más popular y democrático de la historia, llegando en el Perú a casi al 10 0% de los ciudadanos, urbanos y rurales, pobres o no. Seguramente muchos de los cientos de miles de seguidores de estos mensajes, nos están escuchando o viendo ahora por ese aparato. Todos sabemos que sus ventajas son inmensas, ya hablaremos en otro momento sobre cómo incrementan la productividad, sirviendo como oficina al gasfitero o como salón de clases al universitario, pero hoy le daremos una mirada positiva para mostrar que los ciudadanos podemos aportar a mejorar la sociedad si usamos bien las tecnologías como la que nos ocupa hoy.
Una primera norma, básica, paisana, paisano, es no escuchar con volumen alto en la calle, o en la combi, sino preferir el uso de auriculares. Siendo baratos y pequeños, los auriculares no solo mostrarán respeto por los que duermen, leen o simplemente descansan, sino que permitirán que nadie se entere de que usted está discutiendo con su novio o peleando con su suegra, y, además, mantienen el aparato fuera del alcance de los enemigos de lo ajeno. ¿Sabía usted que, por lejos, el delito más común en el país es justamente el robo de celulares?
Otra norma completamente lógica es la de no conducir vehículos chateando o mirando la pantalla del aparato, que hoy es la causa más importante de accidentes de tránsito. Por cierto, esa regla debe estar presente en quienes conducen, pero no solo en ellos sino también en los pasajeros, que debemos pedirle al chofer del bus, de la combi o del taxi, que no exponga nuestras vidas distrayendo su atención con ese aparato. Así todos, choferes y pasajeros, viajamos más seguros.
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Una tercera norma, mucho más general, es considerar que los presentes son más importantes que cualquier llamada o mensaje que nos llegue. Que así como a usted paisana no le gustaría que yo pare este mensaje para contestar una llamada. Una norma básica de respeto es que, en situaciones normales, los presentes tienen prelación sobre los que están a distancia. Ya habrá un momento para responder luego.
Por cierto, la esencia de este mensaje no es enseñar a usar mejor esos aparatos; no, sino hacer ver que la facilidad tecnológica no debe atentar contra la cooperación y el respeto a los demás, que nos hacen tanta falta como sociedad. Haga la prueba, paisano, de poner su teléfono en silencio, en el bolsillo o la cartera cuando está comiendo con amigos, y verá que la comida sabe más rica.
¿Qué otras costumbres cree usted paisana, paisano, que deberíamos cambiar para mejorar nuestra relación entre ciudadanos?
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