La cantidad de plástico que se produce en el mundo viene en aumento, pero sobre todo en estos últimos cincuenta años. Según el libro Vivir sin plástico, cada año se producen alrededor de 300 millones de toneladas de plástico en el mundo. Sin embargo, somos consicentes de que su reciclaje no es tan fácil como se pregona. Pero por algo hay que comenzar.
Si bien el celuloide, que fue el primer plástico viable a fabricar a gran escala, fue creado a finales del siglo XIX. La segunda guerra mundial significó un antes y un después en la industria del plástico al introducirse el concepto de usar y tirar. En 1965 una compañía sueca creó las bolsas de plástico que se extendió por el mundo empezando por Estados Unidos.
En la práctica reciclar es un proceso difícil y costoso. No es un proceso tan fácil como se pregona. Es el caso de la botella de PET desechable se patentó a mediados de los setenta. Estas botellas tienen la mayor tasa de reciclaje y es de los más sencillos de reciclar, y aún así solo el 7% se recicla de botella en botellla.
Un dato interesante según informe del Ministerio del Ambiente y Recicla.pe, el 36% de las botellas que entran al mercado se reutilizan en el Perú. Esta cifra puede servir como indicador de que si bien muy pocas personas reciclan (3 de cada 100 peruanos) existe un mercado cautivo que podría responder antes algún tipo de oferta.
Bea Jhonson, madre del movimiento Residuo Cero, amplió las tres erres bastante difundidas como Reducir, Reutilizar y Reciclar para convertirlas en cinco. Empieza por Rechazar el plástico o aprender a decir gracias, pero no lo necesito y Reincorporar o compostar, que quiere decir que es biodegradable, y esto se da al final del proceso.
Los distintos tipos de plástico no se pueden reciclar juntos. También es difiícil identificar los diversos tipos de plásticos y separarlos. Entonces aparecen los bioplásticos que se producen con recursos renovables en lugar de derivados del petróleo. Se obtienen de vegetales como el maíz o la caña de azúcar.
Los bioplásticos dejan una huella de carbono menor que los plásticos convencionales y proceden de fuentes renovables. Llegan a ser útiles por ejemplo al utilizar plástico compostable para bolsas de basura orgánica. Cabe señalar que cuando los restos orgánicos se descomponen generan gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y metano.
El metano es el segundo gas que más influye en el calentamiento global después del dióxido de carbono. Los vertederos son la tercera fuente de metano más grande del mundo y según Global Methano, son los responsables de l 11% de las emisiones de este gas. Empresas y Estado deberían gestionar los residuos orgánicos que son el 40 a 50 por ciento de nuestra basura.
Los resiudos orgánicos bien gestionados pueden convertirse en un excelente abono para cultivos en lugar de fabricar, envasar o transportar abonos químicos. Algunos municipios han implementado un contenedor para el compostaje de residuos orgánicos. Una alternativa que proponen los autores del libro es empezar a pensar en hacer compost por nuestra cuenta.
Sasha Natura y Ékolo, dos empresas recientemente creadas por jóvenes emprendedores son un ejemplo de lo que se puede hacer en el mercado peruano que de un aporte al medioambiente. Sasha Natura produce en Huánuco platos de hoja de biajo, sorbetes y removerdores.
Además, la empresa creada por Fiorella Bocacci importa vasos ecológicos hechos con fécula de maíz o vegetal, cubiertos de madera de abedul y empaques de caña de azúcar. Por su parte, Ékolo importa bolsas biodegradables hechas de almidón de maíz que pueden ser biocompostadas.
Sasha Natura como Ékolo, creadas en el 2017 y 2019 resepctivamente, son iniciativas que surgen como respuesta a la contaminación en nuestros ríos y mares. “Cuando viajaba a la selva era impactante la gran contaminación en los ríos. Sabía que en Alemania importaban hojas. En el Perú tenemos muchos recursos naturales y hay un mercado escondido”, dice Fiorella Bocacci, gerente de Sasha Natura.
Javier Chávez, CEO y socio fundador de Ékolo, desde niño es aficionado a la tabla y veía cada vez más basura en el mar. “Sólo se recicla el 0.3 del plástico que producimos en el Perú y la mitad del plástico que se utiliza termina en un botadero informal, al río o descampado. Quería hacer algo, concientizar a las personas y ofrecer alternativas”, comenta.
En octubre inicia la aventura de Ékolo, producto que cuenta con dos certificaciones. Una asegura que el 90% o más del material se biodegrada en máximo seis meses y que la compostabilidad y biodegradibilidad de las bolsas es doméstica. “Si bien las bolsas de basura Ékolo son más caras, el beneficio que le das al planeta es incalculable”, explica Chávez..
Si bien los productos biodegradables son 2.5 veces más caros que el plásticos común, el PET o el teknopor, como dice Bocacci, estas iniciativas son un primer paso para concientizar a la gente sobre el consumo excesivo de plástico. Plantearnos vivir en un mundo con menos plástico puede parecer al inicio una locura o algo imposible, pero también una oportunidad y desafío para ensayar vivir en un lugar mejor.
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