El Nobel de Literatura 2010 escribió su primera editorial en la versión impresa del diario español, El País, en la que relata cómo tras recibir la llamada de la Academia Sueca dudó del anunciado galardón.
El escritor peruano, Mario Vargas Llosa, publicó su primera columna editorial como premio Nobel de Literatura 2010, en el diario español El País, en su versión impresa.
En su editorial titulado "Catorce minutos de reflexión", Varga LLosa narra cómo recibió la noticia del galardón, tras la decisión de la Academia Sueca de otorgarle el Nobel, convirtiéndolo de esta manera en el escritor número once de los autores de lengua hispana en alzarse con tal distinción.
"Era noche cerrada todavía y las luces de los rascacielos del contorno tenían la apariencia inquietante de una gigantesca bandada de cocuyos invadiendo la ciudad.
Dentro de una hora más o menos comenzaría a amanecer y, si estaba despejado el cielo, las primeras luces irían iluminando el río Hudson y la esquina de Central Park con sus árboles que el otoño comienza a dorar, un lindo espectáculo que me regalan cada mañana las ventanas del departamento (vivimos en el piso cuarenta y seis)", narra Vargas Llosa en la versión impresa de El País.
Asimismo, describe que aquel memorable 07 de octubre, tenía su día planificado con toda precisión. "Trabajaría un par de horas preparando la clase del próximo lunes en Princeton, en la que ilustraría el tema del punto de vista con ejemplos tomados de El reino de este mundo de Alejo Carpentier".
Vargas Llosa manifestó que estaba sorprendido de haber sido galardonado aunque temeroso aún de que fuera una broma.
"Y le recordé a (Patricia, su esposa) que, hacía muchos años, en Roma, nos habían contado la broma pesada que le jugaron unos amigos (o más bien enemigos) a Alberto Moravia, haciéndose pasar por funcionarios de la Academia Sueca y felicitándolo por el galardón. Él alertó a la prensa y la noticia resultó un embrollo de mal gusto".
Durante 14 minutos tanto él como su mujer, Patricia pensaron que el secretario de la Academia Sueca era "un impostor". Y le dieron 14 minutos para que ratificara que no era una tomadura de pelo.
"A las seis en punto de la mañana las radios, la televisión y el Internet confirmaron que la noticia era cierta. Como predijo Patricia, la casa se volvió un loquerío y desde entonces yo dejé de pensar y, casi casi, hasta de respirar".
En su editorial titulado "Catorce minutos de reflexión", Varga LLosa narra cómo recibió la noticia del galardón, tras la decisión de la Academia Sueca de otorgarle el Nobel, convirtiéndolo de esta manera en el escritor número once de los autores de lengua hispana en alzarse con tal distinción.
"Era noche cerrada todavía y las luces de los rascacielos del contorno tenían la apariencia inquietante de una gigantesca bandada de cocuyos invadiendo la ciudad.
Dentro de una hora más o menos comenzaría a amanecer y, si estaba despejado el cielo, las primeras luces irían iluminando el río Hudson y la esquina de Central Park con sus árboles que el otoño comienza a dorar, un lindo espectáculo que me regalan cada mañana las ventanas del departamento (vivimos en el piso cuarenta y seis)", narra Vargas Llosa en la versión impresa de El País.
Asimismo, describe que aquel memorable 07 de octubre, tenía su día planificado con toda precisión. "Trabajaría un par de horas preparando la clase del próximo lunes en Princeton, en la que ilustraría el tema del punto de vista con ejemplos tomados de El reino de este mundo de Alejo Carpentier".
Vargas Llosa manifestó que estaba sorprendido de haber sido galardonado aunque temeroso aún de que fuera una broma.
"Y le recordé a (Patricia, su esposa) que, hacía muchos años, en Roma, nos habían contado la broma pesada que le jugaron unos amigos (o más bien enemigos) a Alberto Moravia, haciéndose pasar por funcionarios de la Academia Sueca y felicitándolo por el galardón. Él alertó a la prensa y la noticia resultó un embrollo de mal gusto".
Durante 14 minutos tanto él como su mujer, Patricia pensaron que el secretario de la Academia Sueca era "un impostor". Y le dieron 14 minutos para que ratificara que no era una tomadura de pelo.
"A las seis en punto de la mañana las radios, la televisión y el Internet confirmaron que la noticia era cierta. Como predijo Patricia, la casa se volvió un loquerío y desde entonces yo dejé de pensar y, casi casi, hasta de respirar".
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