Los grandes personajes de las ficciones de Mario Vargas Llosa nos sobrevivirán como figuras que revelan la realidad de nuestro universo mental, o como diría él mismo, expresan “la verdad de las mentiras”.
Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.
Sesenta años después de La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa publica su vigésima novela. Aunque algunas de sus novelas anteriores cuentan historias que se desarrollan en países como Brasil, Guatemala y la República Dominicana, la mayoría de ellas explora la realidad política y mental de nuestro país y constituye un registro de las experiencias de varias generaciones que han intentado comprender el Perú y contribuir a su progreso.
Esta vez, “Le dedico mi silencio”, gira en torno a un estudioso de la música criolla, persuadido de que el vals ofrece un punto de encuentro y reconciliación entre grupos sociales y sensibilidades opuestas y por eso proclives al conflicto y la división. Como en obras anteriores, Vargas Llosa introduce en su relato personajes reales como Montes y Manrique, Felipe Pinglo, Oscar Avilés, Chabuca Granda, Lucha Reyes y Cecilia Barraza. Y cita también libros de especialistas que han dedicado sus vidas a la investigación de canciones que desde principios del siglo XX han dado forma a una manera propia de bailar y de entender las relaciones amorosas.
El protagonista se refiere a un ejemplo emblemático: “En el folclore peruano hay algo único, por lo menos así lo creo: un vals titulado Ódiame, en el que un galán pide a su amada que lo deteste, que lo odie, porque piensa que tan solo se odia lo querido”. Y comenta: “En su retorcida mentalidad el odio es un rezago de un amor exhausto, al que se aferra porque en esas cenizas amargas encuentra un triste consuelo”.
Los grandes personajes de las ficciones de Vargas Llosa nos sobrevivirán como figuras que revelan la realidad de nuestro universo mental, o como diría él mismo, expresan “la verdad de las mentiras”. Vista la complejidad de nuestros problemas políticos y sociales, leer a Vargas Llosa es un aprendizaje de la humildad que puede permitir observarnos con más lucidez y menos sectarismo.
Las cosas como son
Comparte esta noticia