Comedia teatral con Reynaldo Arenas y Trilce Cavero inicia temporada el 5 de marzo en el Teatro Auditorio Miraflores
Basada en una de las obras del escritor y actor catalán
Adolfo Marsillach, "Matrimonio bajan en la esquina" es la comedia teatral que
cuenta con la participación de los actores Reynaldo Arenas y Trilce
Cavero; así como del músico pianista Antonio Vargas.
Dirigido por Ricardo Morante y con la producción de Vicky Paz, la puesta en escena se iniciará el viernes 5 de marzo, a horas 8 p.m., el Teatro Auditorio Miraflores, ubicado en Av. Larco 1150. Las localidades se encuentran a la venta mediante el sistema Tu Entrada en tiendas Plaza Vea y Vivanda. Funciones los días viernes, sábados y domingos.
La obra trata sobre las relaciones de una pareja disfuncional que se conoció en un microbús, se enamoró y se casó en menos de un mes.
Luego de siete años de matrimonio intensamente vivido, la pareja decide separarse por motivos intrascendentes. "El mensaje es que hay que saber sobrellevar los problemas matrimoniales con buen humor y seguir para adelante en forma conjunta", manifiestan los organizadores, quienes agregan: Es una pieza algo sátira y en parte autobiográfica y estará bajo la dirección de Ricardo Morante y lo que lo hace mágico es la participación del pianista Antonio Vargas, de gran trayectoria musical, que dará énfasis en cada escena de esta gran comedia teatral que cuenta con artistas idóneos e internacionalmente conocidos como Reynaldo Arenas (quien ha filmado recientemente la película el Señor de Sipán) y Trilce Cavero (quien protagonizará próximamente la miniserie interpretando el personaje de Abencia Meza). La obra permite una gran versatilidad a los actores.
Trilce y Reynaldo crearán personajes variados cada uno, desde los más cautos hasta los más esperpénticos. Y todos fácilmente reconocidos de nuestra querida sociedad. Esta comedia merece ser vista, sumamente ingeniosa y desafiante, abordada con mucho humor y afabilidad. Todo un desafío para estos artistas que nos arrancarán necesarias carcajadas.
Adolfo Marsillach, de cuyo trabajo Luis García Berlanga realizó la película "La Vaquilla", escribió: "Esta obra empieza de una forma muy poco original. (Bueno, también la vida empieza así y, sin embargo, en ocasiones tiene bastante éxito). Un hombre y una mujer se encuentran en un metro allá por el año 1970. Ella estudia Filosofía y Letras y él cualquier otra cosa. Al hombre le apetece "ligar" con la chica -no tiene otra cosa mejor que hacer aquella tarde- y ella no soporta que en la Facultad le sigan hablando de «el Despotismo Ilustrado», una doctrina política tan ambigua como casi todas.
De ambas circunstancias personales coincidentes en el tiempo, surge una curiosa y poco meditada situación que les impulsa a casarse. No era necesario; porque, evidentemente, hay muchas personas que se conocen en el vagón de un metro y no por ese motivo se sienten obligadas a contraer matrimonio. Pero bueno, en esta comedia -como en el teatro-se casan a los tres meses y, por supuesto, -como en la vida- se equivocan.
Lo que ocurre es que su equivocación -para los espectadores, no para ellos- resulta profundamente divertida. (Al menos, claro, esa es la pretensión del autor). Ambos -la actriz y el actor- se dirigen al público para contarle las posibles razones de su fracaso conyugal. Como era de suponer, mienten descaradamente. O no. ¿Cómo saberlo? Todos somos tan victimas de nuestras mentiras como de nuestras verdades.
En cualquier caso hacen un elogiable esfuerzo por bucear en el origen de sus frustraciones. Y van apareciendo, al ritmo de distintas melodías -el espectáculo tiene un punto, sin duda, musical- los personajes que marcaron sus vidas: la madre (tierna, pero insoportable), el seductor (simpático, pero italiano), el novio (afinado, pero tartamudo), la prima (facilona, pero interesada), la prostituta (terrible, pero fantástica), la canzonetista (vocacional, pero cabaretera), el estudiante (optimista, pero banquero), el agente inmobiliario (mayor, pero gallego), la secretaria (torpe, pero minifaldera), el argentino (cantautor, pero conquense)... y un pianista que nos trae y nos lleva -y nos empuja- por los últimos cuarenta años de nuestra Historia. Es, diría yo, una forma de mirarnos el ombligo y de sonreímos, al tiempo, con esa mirada".
Dirigido por Ricardo Morante y con la producción de Vicky Paz, la puesta en escena se iniciará el viernes 5 de marzo, a horas 8 p.m., el Teatro Auditorio Miraflores, ubicado en Av. Larco 1150. Las localidades se encuentran a la venta mediante el sistema Tu Entrada en tiendas Plaza Vea y Vivanda. Funciones los días viernes, sábados y domingos.
La obra trata sobre las relaciones de una pareja disfuncional que se conoció en un microbús, se enamoró y se casó en menos de un mes.
Luego de siete años de matrimonio intensamente vivido, la pareja decide separarse por motivos intrascendentes. "El mensaje es que hay que saber sobrellevar los problemas matrimoniales con buen humor y seguir para adelante en forma conjunta", manifiestan los organizadores, quienes agregan: Es una pieza algo sátira y en parte autobiográfica y estará bajo la dirección de Ricardo Morante y lo que lo hace mágico es la participación del pianista Antonio Vargas, de gran trayectoria musical, que dará énfasis en cada escena de esta gran comedia teatral que cuenta con artistas idóneos e internacionalmente conocidos como Reynaldo Arenas (quien ha filmado recientemente la película el Señor de Sipán) y Trilce Cavero (quien protagonizará próximamente la miniserie interpretando el personaje de Abencia Meza). La obra permite una gran versatilidad a los actores.
Trilce y Reynaldo crearán personajes variados cada uno, desde los más cautos hasta los más esperpénticos. Y todos fácilmente reconocidos de nuestra querida sociedad. Esta comedia merece ser vista, sumamente ingeniosa y desafiante, abordada con mucho humor y afabilidad. Todo un desafío para estos artistas que nos arrancarán necesarias carcajadas.
Adolfo Marsillach, de cuyo trabajo Luis García Berlanga realizó la película "La Vaquilla", escribió: "Esta obra empieza de una forma muy poco original. (Bueno, también la vida empieza así y, sin embargo, en ocasiones tiene bastante éxito). Un hombre y una mujer se encuentran en un metro allá por el año 1970. Ella estudia Filosofía y Letras y él cualquier otra cosa. Al hombre le apetece "ligar" con la chica -no tiene otra cosa mejor que hacer aquella tarde- y ella no soporta que en la Facultad le sigan hablando de «el Despotismo Ilustrado», una doctrina política tan ambigua como casi todas.
De ambas circunstancias personales coincidentes en el tiempo, surge una curiosa y poco meditada situación que les impulsa a casarse. No era necesario; porque, evidentemente, hay muchas personas que se conocen en el vagón de un metro y no por ese motivo se sienten obligadas a contraer matrimonio. Pero bueno, en esta comedia -como en el teatro-se casan a los tres meses y, por supuesto, -como en la vida- se equivocan.
Lo que ocurre es que su equivocación -para los espectadores, no para ellos- resulta profundamente divertida. (Al menos, claro, esa es la pretensión del autor). Ambos -la actriz y el actor- se dirigen al público para contarle las posibles razones de su fracaso conyugal. Como era de suponer, mienten descaradamente. O no. ¿Cómo saberlo? Todos somos tan victimas de nuestras mentiras como de nuestras verdades.
En cualquier caso hacen un elogiable esfuerzo por bucear en el origen de sus frustraciones. Y van apareciendo, al ritmo de distintas melodías -el espectáculo tiene un punto, sin duda, musical- los personajes que marcaron sus vidas: la madre (tierna, pero insoportable), el seductor (simpático, pero italiano), el novio (afinado, pero tartamudo), la prima (facilona, pero interesada), la prostituta (terrible, pero fantástica), la canzonetista (vocacional, pero cabaretera), el estudiante (optimista, pero banquero), el agente inmobiliario (mayor, pero gallego), la secretaria (torpe, pero minifaldera), el argentino (cantautor, pero conquense)... y un pianista que nos trae y nos lleva -y nos empuja- por los últimos cuarenta años de nuestra Historia. Es, diría yo, una forma de mirarnos el ombligo y de sonreímos, al tiempo, con esa mirada".
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