El actor, quien celebra más de 40 años bajo los reflectores, asegura que desea llegar hasta el fin de sus días sobre un escenario.
No hay duda que Reynaldo Arenas ha dedicado toda una vida al arte. Sus 42 años de prolífica carrera en el teatro, el cine y la televisión -tres ámbitos en los que ha conseguido indudable éxito- son suficiente garantía para sostenerlo.
Ya sea como Túpac Amaru II en el filme de 1984, Emilio Campos en “Los de arriba y los de abajo” (1994) o el marqués de Mangomarca -en la obra que pronto estrenará-, el actor ha demostrado ser una caja llena de sorpresas, personajes y talento, que parece inagotable.
Cumple más de cuatro décadas dedicadas al arte y lo celebra en el escenario...
Es un verdadero honor festejar 42 años de trabajo con este elenco y esta obra maravillosa. Además, tengo un especial aprecio por Sergio Arráu. Fue mi profesor y luego se convirtió en un gran amigo.
¿Qué opina del interés que ha despertado el teatro?
Interesante. Ahora más que nunca el teatro se está vistiendo de gala. Vemos nuevos grupos, nuevas presentaciones, nuevas obras. Hay lugares donde no se promociona el teatro, como en Comas. Hay un festival de teatro internacional. Ha surgido de una manera impresionante. Eso nos favorece a todos.
El género musical es uno de los que más está gustando...
Creo que es importante. Muchos actores tienen ese potencial de cantar, de bailar. Es bueno dar una oportunidad a tanta gente talentosa que hay en el Perú.
¿Qué opina de la televisión actual?
Creo que se ha estancado un poco. No vemos producciones de gran relieve. Tengo algunos proyectos muy buenos, “Infiernillo” para José Luis Ruiz. Además, tenemos un piloto grabado sobre Felipe Pardo, el famoso bandolero de Ancash. Está a la espera de luz verde. Creo que hay mucha gente que está apuntando sobre todo a la identidad, a desarrollar nuestros temas, nuestra historia, nuestros personajes. Es importante desarrollar nuestra cultura, porque toda imitación no conduce a nada nuevo.
En un país donde los artistas esperan por una mejor legislación, ¿cómo cumplir 42 años de una carrera exitosa?
Me parece increíble llevar 42 años. Pasan y pesan bastante. Espero que Dios me de vida para llegar a los 50, 60. Yo pienso que es la constancia, la terquedad de insistir en esto que es tan maravilloso. Para mí el teatro es mi vida, pasión, compromiso, amor. No me dedico solamente al teatro, porque del teatro no se puede vivir. Sin embargo, es una actividad maravillosa que a uno lo nutre, enriquece y fortifica.
¿Se animaría entonces a decir que está dispuesto a terminar en el teatro hasta la muerte?
Sería el privilegio más grande que Dios me daría, morir en las tablas. Es lo máximo para un actor, dejar tus cenizas mientras estás actuando.
Mientras tanto, usted sigue trabajando...
Sí. Estoy en “Teresa, la bruja, el sapo y el lago” del director Martín Abrisqueta, en el Centro Cultural CAFAE, y “Saltimbanquis en la ciudad” a cargo de Gloria María Solari, en el Auditorio Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional. El 20 de agosto estrenamos una obra en homenaje a los 120 años del nacimiento de César Vallejo, en Ccori Wasi, llamada “Vallejo Perú, al pie del orbe”.
Además está “El marqués de Mangomarca”, una obra que no teme a abordar la sexualidad abiertamente...
Es una obra muy peruana, que habla de Mangomarca. Muy rica teatralmente. El marqués es un seductor, amante de la buena vida, del buen vino, de la buena comida y de las bellas mujeres. Pero sufre un problema grave, que lo van a encontrar cuando vayan al teatro. Es un tipo que hace mucho alarde de su hombría, pero en el fondo tiene una gran tragedia.
Ese personaje también lo podemos encontrar fuera del teatro...
Por supuesto, ¡cuántos marqués de Mangomarca habrá en el mundo dispersados! Es parte de la vida. Gente que es castrada. Sin embargo, siguen viviendo su condición de varones. La obra demuestra lo que es la condición humana. También es una obra muy sensual, muy satírica. Critica los defectos de la sociedad y es una obra bien peruana, a pesar de haber sido escrita por un dramaturgo chileno. Está llena de un matiz y una ternura limeña que se nota a primera vista.
“El marqués de Mangomarca”, de Sergio Arraú, marca un nuevo capítulo en la larga trayectoria de Arenas, junto a Titi Plaza, Jorge Luis Rivera, Cristina Urueta, Zelma Gálvez, Alexander Pacheco y Mirtha Urbina.
Farsa de lo absurdo. Esta es una historia -dirigida por Carlos Rubín- descabellada en la que intervienen un marqués castrado por un perro, una criada celestinesca, un conde de pueblo joven y una amante despechada que se interna en un convento bajo la tutela de una extraña madre superiora. También hay una damisela cuyo celoso marido le impuso un cinturón de castidad, con el fin de evitar que su rival le gane una apuesta para demostrar quién es el mejor amante. Por último aparece, entre olores de azufre, un amanerado demonio que es invocado por el marqués, en su desesperación por recuperar su hombría.
La obra tendrá una breve temporada, en el Teatro Julieta, de solo 9 funciones, desde el 6 de septiembre. Las entradas ya se encuentran disponibles en Tu Entrada de Plaza Vea y Vivanda.
Por: Renzo Napa
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