Princesa Letizia de Asturias cumplirá 40 años el sábado 15

Han pasado nueve años desde que una narradora televisiva de noticias llamada Letizia Ortiz Rocasolano le entregara al príncipe Felipe el libro “El doncel de Don Enrique el doliente”  en su pedida de mano. Desde entonces la vida de la princesa de Asturias ha cambiado mucho. El próximo sábado cumplirá 40 años, una edad que lleva con mucho estilo.

Sin embargo, pese al respeto y el cariño que Letizia se ha ganado entre muchos españoles, su relación con el rey don Juan Carlos no es particularmente entrañable. Su Majestad no parece haber superado sus reparos acerca de que su hijo Felipe introdujese en la Casa Real a una plebeya y, además, divorciada. En todos los actos donde aparecen juntos, el rey se muestra distante y poco afectuoso con su nuera.

Las dos hermanas de Felipe, las infantas Elena y Cristina, tampoco se llevan muy bien con su cuñada. Letizia “no tiene empacho en darles la espalda” y las infantas “corresponden sin dirigirle apenas la mirada”, asegura Pilar Eyre, autora del libro Secretos y mentiras de la familia real.

Con la reina Sofía pasa todo lo contrario. La madre de Felipe, que adora a su hijo, nunca disimula su gran afecto hacia Letizia. Fue la reina quien intercedió ante el rey a favor de su hijo cuando este se negó a sacrificar su elección amorosa para contraer matrimonio con una aristócrata.

Cuesta recordar que Letizia no nació entre las alfombradas estancias de un palacio, sino en un sanatorio de Oviedo, hija de una enfermera y un periodista. Viéndola tan enamorada junto a su marido y tan feliz junto a sus niñas, parece casi un sueño que un día se casara con su profesor de Literatura, Alonso Guerrero.

Sus vestidos de gala de Felipe Varela han sustituido el chador con el que se cubría en Basora, cuando informaba de la invasión de Irak. También relató el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, pues estaba allí, y recibió el premio Larra por ello.

Dicen que es perfeccionista y ambiciosa, y anoréxica, pero todo eso resbala sobre ella como el agua. En las horas más bajas de la monarquía, ella está a la altura de las futuras reinas europeas, según dicen los observadores de las casas reales europeas.