Charito se decide por Raúl pero sus remordimientos son más fuertes y lo deja; Francesca le declara la guerra a Miguel Ignacio; y Nicolás descubre su amor por Grace.
Tercera entrega de la telenovela “Al fondo hay sitio” y la tensión sigue en alza. No llega a dilucidarse lo ocurrido con Lucho, Charo toma una decisión que cambiará su destino y Francesca hace lo propio respecto a Isabella y Miguel Ignacio.
Nicolás, Bruno y Fernanda llegan a su casa a ver a Francesca. Suena el timbre y es Miguel Ignacio que llega con una botella de champagne que se llevó de la casa de Raúl. Pero Francesca sale de su aposento y le increpa su presencia. “¿Tú, qué haces aquí?”, le dice desde lo alto de la escalera. “Tú no tienes nada que hacer aquí. Esta es mi casa. Hazme el favor de retirarte. Nuestra relación es de negocios. Ya conversaremos en la oficina”, expresa. Miguel Ignacio debe irse. “La última vez que nos vimos me hiciste me hiciste llorar. La vida da vueltas, ¿recuerdas? No te molesto más. Ya nos veremos más seguido”, le señala en tono de sorna.
Mientras tanto Charito regresa a casa de los Gonzales y no encuentra a nadie. Raúl, en su casa, está seguro que Charo lo buscará. Suena el timbre y, efectivamente, es ella. Charito y Raúl parten hacia el aeropuerto en el carro de él.
Bruno le pregunta a Francesca qué es lo que pasa ante su reacción por la presencia de Miguel Ignacio. “Él lo sabe todo, ¿lo entiendes?, todo”, le responde. “Me chantajeó y no tenía otra salida. No pienses que me voy a quedar con los brazos cruzados. Ese desgraciado no se saldrá con la suya. Lo odio con toda mi alma”, grita fuera de sí.
Isabella y Leonardo llegan a casa de Francesca. Hablan con ella quien evade la situación que atraviesa. “¡Tengo la mejor familia del mundo, los mejores papitos del mundo!”, dice Isabella. “Tu padre y yo tenemos algo muy importante que decirte”, la interrumpe Francesca. “Esto se acaba aquí y ahora”, añade. “Isabella no puede enterarse de nada. Ahora lo sabe todo el mundo”, dice Bruno. “Y Peter”, añade Francesca.
Los Gonzales vuelven a la casa y doña Nelly encuentran una carta de Charo. “Tu mamá ya tomó una decisión. Para Charo ya no soy su esposo. Su esposo es Raúl”, dice Lucho apesadumbrado. "Ella ya tomó una decisión y debemos respetarla. Yo tengo la culpa, debí aparecer antes del matrimonio. Y si voy tras ella, ¿qué?, ¿voy a obligarla a quererme?”, añade. “Qué se vaya con su nuevo marido”, sentencia doña Nelly.
Nicolás llega a casa de los Gonzales. “Tú no tienes nada que hacer aquí, hay problemas con la familia”, le dice doña Nelly. “Pero si yo soy de la familia. Hola mi amor”, dice mirando a Grace para besarla inmediatamente después, ante la mirada absorta de la familia. “No eres un choque y fuga. Estoy enamorado de Grace”, dice Nicolás. La familia acepta. “Nicolasito, una pregunta, ¿tu abuela ya lo sabe?” inquiere doña Nelly. “Me gustaría estar allí cuando se lo digas”, añade. Luego de beber un vaso de yonque es bienvenido a la familia. Lucho felicita a su hija. “Es mi papá”, le dice Grace. “No estaba muerto ni estaba de parranda”, comenta Lucho a un asombrado Nicolás que empieza a preguntar por Charo.
Charito y Raúl ya están en el avión rumbo a Varadero y de pronto ella le dice: “No puedo hacer esto. Lo siento Raúl. No puedo irme así contigo como si nos estuviéramos fugando”. “No te vayas. Ya te he dicho que nuestro amor es más grande que todo esto”, le responde Raúl reteniéndola en el avión. “Suéltame, no me puedo ir, no me retengas. No puedo abandonar a mis hijos, entiéndeme. Déjame ir. Necesito estar sola y pensar mejor las cosas, por favor”, replica Charito. “Si te vas por esa puerta significa que lo nuestro se acabó”, responde Raúl y luego le suelta la mano. Charo se va y Raúl se queda llorando.
Peter le sirve cognac a Leonardo. “Que la noticia nos chape anestesiado. Chupe, digo tome”, le dice el mayordomo que ya se ha bebido varias copas a Leonardo. “No estoy acostumbrado a tomar tanto alcohol pero ya estoy mejor”, se justifica ante su conducta.
Mientras tanto, Charo sale llorando del aeropuerto a lágrima viva. Y Raúl se queda llorando en el avión.
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