Hacer el papel de mayordomo en casa de su esposa y soportar a su exmarido es demasiado para el "cosito" que pierde los papeles y está al borde de un ataque de nervios.
Gladys se lamenta por la situación que vive. Miguel Ignacio sigue fingiendo ser el marido de Isabela. “No me gusta que mi cherete esté en esa casa”, le dice a Raúl, el conocido “Platanazo”.
Mientras tanto Grace y Shirley salen juntas a tomar un helado y terminan en el cine con dos chicos que conocen. Lo que no saben que en la misma sala están también Abigail y Nicolás. Reparan en las hermanas pero deciden seguir viendo la película. Mientras Grace se preocupa por los avances de su amigo, su hermana está en plenos besos con el joven llamado Franco.
Miguel Ignacio discute con Leonardo, que ahora funge de mayordomo en la casa de los Maldini. “Había olvidado cómo besa tu cosita”, le dice el primero. “Una más y no respondo”, dice el nuevo mayordomo. Miguel Ignacio insiste y Leonardo le lanza un puñetazo en la mandíbula. Peter interviene. “Sóbate la mano que a ti te ha dolido más que a mí”, dice el marido de Gladys antes de irse. “He pasado de ser el esposo de Isabela al mayordomo enamorado de la patrona”, reflexiona Leonardo. “Entiendo lo que siente, de verdad”, le dice Peter.
Mientras tanto Fernanda le comunica a Joel que ha decidió ponerse a trabajar. Joel le dice que si estudia y trabaja no tendrá tiempo para él. “Haz algo productivo por tu vida. No quiero ser una mantenida como otros. Quiero tener un hijo cuando me dé la gana y no depender de otros. No quiero ser una arrimada”, le dice. “Ya asumí que no puedo esperar nada de ti”, añade. Joel insiste en que no trabajé pero sale del cuarto. “Te prohibió que trabajes!”, le grita. “¿En qué época vives, machista de porquería?”, le responde. “Está bien puedes trabajar haciendo pulseras, vendiendo cositas, esas cosas que hacen las mujeres”, dice él. Ella le dice que trabajará en lo que quiera. “Vamos a ver qué dice tu Noni”, amenaza Joel.
Pero Francesca le dice a Fernanda que está muy orgullosa de su decisión. “Me parece muy bien que pienses así”, le dice. “¿Así que tu esposo no quieres que trabaje? Creo que deberías reconsiderarlo, entonces como Joel es el hombre de la casa debe afrontar los gastos de todo lo que consuman”, añade mientras Joel pone cara de susto. Luego se encuentra con Isabela, que aún no recupera la memoria, quien lo confunde con un ladrón.
El acompañante de Grace, Alonso, se empieza a propasar y ella sale de la sala. El joven la sigue e intenta besarla a la fuerza pero Nicolás repara en la movida y sale tras ellos y llega justo a tiempo para salvar a Grace de la situación. Pero los jóvenes empiezan a forcejear y justo en ese momento llega Abigail. “¿Qué está pasando aquí?”, pregunta. “Nicolás, gracias pero sé defenderme sola”, dice la hija de Charito. Grace regresa por su hermana a la sala del cine y se la lleva. En su casa le cuenta a Charito lo que pasó. “Creo que debes pensar en Nicolás de otra manera, el perdón no lo beneficiará a él sino a ti”, le dice. Shirley quiere volver a salir con Franco.
Nicolás le pide disculpas a Abigail por lo sucedido en el cine. Ella le dice que no está molesta. “Lo que no me gustó es que salieras de la sala diciéndome que ibas al baño cuando sabías lo que estaba pasando. No quiero que me mientas, no soy ninguna celosa”, señala. “Eres la mujer perfecta”, remata Nicolás.
Francesca llega al comedor de su casa e envía a Joel, a quien cree el jardinero a comer a la cocina y también a Leonardo, el nuevo mayordomo. “Solo falta que llegue mi gordito, seguramente debe estar trabajando”, reflexiona.
Miguel Ignacio está en esos momentos con Gladys. Francesca lo llama y le dice que debe volver a casa de los Maldini. “Tengo que seguir con el sacrificio. Debemos pensar en la casa propia, Tenemos que ser fuertes”, le dice antes de dejarla. Es recibido como el esposo que era y don Bruno sigue siendo, en la mente de Isabela, el esposo de su madre. Y cuando se iban al dormitorio, suena el celular de Miguel Ignacio quien deja la casa.
Bruno trae a colación el tema de los Pampañaupa mientras conversa con Francesca. “No perdemos nada con tocarle el tema”, le dice a la preocupada Nona.
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