En una jornada llena de emociones se llevó a cabo la final de la Copa Integración en las instalaciones deportivas del Real Madrid en la capital española, con jugadores nacidos el año 1998
Por Efraín Trelles
En el primer encuentro, el equipo del Real Madrid aprovechó una distracción de los chilenos de Quilicuru, vencedores en su momento de la copa Chilectra, que se quedaron dormidos ante una falta en contra. El cuadro chileno, dirigido por Iván Zamorano bregó intensamente en la búsqueda de un empate que no llegó.
En el siguiente encuentro, el equipo peruano de Martin Luther King de El Agustino, vencedor en su momento de la Copa Endesa, recibió un gol al comienzo del segundo tiempo y, fastidiado por su poca costumbre de jugar con un balón mojado, cedió un segundo gol que le puso cifras definitivas al marcador.
EL VERDADERO CLÁSICO
Quedaba por jugar la medalla de plata con los chilenitos, un verdadero clásico del Pacífico en el corazón de España. El encuentro se inició con un trámite favorable al cuadro chileno por dos razones. Estaban más descansados pues no tuvieron que jugar dos encuentros seguidos y los nuestros, desconcertados, demoraron mucho en tomarle la manija al balón mojado.
En todo caso, una falta de coordinación entre nuestro arquero y el defensa central devino en un autogol que parecía encapotar más todavía el cargado cielo madrileño.
Entonces afloró la garra peruana y en un rápido contragolpe Renato Huaytán, notable refuerzo del Alipio Ponce, ejecutó un impecable cabezazo que dejó totalmente vencido al meta chileno.
El partido se encendía en medo de los gritos de ambas hinchadas y algunos reclamos al árbitro, especialmente a cargo de la delegación chilena. Y de pronto llegó el segundo gol, también luego de una jugada muy bien hilvanada. Nicolás Mendoza, con mucha capacidad, encaró la marca, la superó y decretó el segundo gol peruano.
Ese gol lo gritamos todos los peruanos presente pues sabíamos que sería el gol del triunfo y, acá un detalle notable, lo anoto un jugador que había quedado muy lastimado de una extremidad en el preliminar y quien fue debidamente atendido por este cronista, combinando una crema española con una ancestral técnica andahuaylina.
Los minutos finales fueron de tensión extrema. Con el técnico Benjamín Cassagne dando indicaciones dramáticas y el padre Chiky (cada quien en lo suyo) elevando intensas oraciones al altísimo. Y vaya si eran necesarias. Parecía que el maligno nos privaba del triunfo en el último minuto, pero el señor árbitro anuló el gol chileno por una evidente posición adelantada, consagrándose así un brillante y emotivo triunfo peruano bajo el cielo de Madrid.
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