El pasado lunes, dos soldados resultaron heridos en un atentado contra una base contraterrorista de la vecina provincia de Junín.
La región de Ayacucho, que vio surgir las actividades terroristas de Sendero Luminoso en 1980, sigue estando al acecho de esta organización, pero ahora como territorio de tránsito del narcotráfico o narcoterrorismo.
El pasado lunes, dos soldados resultaron heridos en un atentado contra una base contraterrorista de la vecina provincia de Junín, en lo que se ha convertido ya en un rosario de ataques que se registran casi mensualmente.
Comitivas de periodistas o asociaciones humanitarias como la Cruz Roja Internacional necesitan a veces portar banderas blancas, en lo alto de sus camionetas, para transitar por los caminos rurales de la región, tal como sucedió la pasada semana.
La Policía toma precaución de empadronar a los visitantes de fuera de la región aunque sólo vayan a pasar una noche. Además, los forasteros deben caminar en grupos y les está totalmente prohibido transitar durante la madrugada, pues se acata un toque de queda hasta las 6 de la mañana siguiente.
Algunas noches se sienten detonaciones en las cercanías, y en una ocasión estallaron justo después del paso del convoy de los periodistas en la carretera hacia el distrito de Santillana.
Precisamente, la última emboscada de Sendero contra la base de Operaciones Especiales de la Policía (Dinoes), ubicada en la plaza principal de San José de Secce en Santillana, fue al borde de la medianoche del 1 de agosto último y dejó tres policías y dos mujeres muertas.
Los caminos sinuosos, bordeando enormes cerros, y al lado de precipicios son los lugares predilectos de los senderistas para emboscar a las patrullas de la policía que transitan por la zona.
Por ello, los agentes tampoco se aventuran fácilmente hacia las carreteras, y así, una misión de escolta para una comitiva de prensa acabó a unos minutos de abandonar Huamanga.
La región de Ayacucho ocupa la sierra sur de Perú y su capital, Huamanga, está a 575 kilómetros al este de Lima. Parte de su territorio está bajo estado de emergencia desde hace varias décadas.
El Gobierno instaló hace un año una base militar en el valle de los ríos Apurímac y Ene, conocido como el VRAE, ubicado en la frontera de Ayacucho con Junín, Cuzco y Apurímac, para dirigir desde ahí el combate a las acciones terroristas de Sendero, presuntamente asociados con las mafias del narcotráfico.
Sin embargo, el clima de inseguridad en Ayacucho no se limita a esa zona, de ceja de selva y difícil acceso, sino a otros puntos de la región, que han sido identificados también como zonas de tránsito del narcotráfico.
En opinión del analista político Jaime Antezana, lo que está en juego ahora entre Sendero Luminoso y las fuerzas armadas 'es el control de las rutas de la droga pues ellos están ahí porque están protegiendo el tránsito de la droga'.
Antezana declaró a Efe que, desde el 2007, las fuerzas remanentes de Sendero han pasado a convertirse en acopiadores de droga, además de procesarla, y que 'todos los ataques que empiezan a intensificarse en ese año es para controlar las rutas y debilitar la presencia policial en esas zonas'.
A pesar de que el Gobierno afirma que son hechos aislados y ha encomendado su combate al Ejército, los subversivos han causado la muerte de 26 policías desde el 2005 a la fecha y de 38 militares sólo en el último año, de acuerdo a las cifras que maneja Antezana.
Para el experto en temas de seguridad, el problema en la estrategia del Estado está en el desconocimiento del territorio donde opera Sendero y en la inexperiencia de la mayor parte del personal militar.
'La acción militar no va a ser eficaz porque no está guiada por un arma de inteligencia que sea capaz de detectar cuándo los van a atacar', apuntó.
Por su parte, el ex ministro del Interior durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) Fernando Rospigliosi coincidió en que lo más importante en el combate a Sendero es la inteligencia, la información y la movilidad.
Rospigliosi advirtió, en una entrevista con el diario Perú.21, que 'el problema de inseguridad es uno de los peores lastres que va a dejar el Apra', el partido del presidente peruano, Alan García, que concluye su mandato en 2011.
-EFE
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