Los prisioneros esperan trece años en promedio antes de ser ejecutados, un lapso considerado excesivo y que abre un debate sobre las condiciones de la justicia en EEUU.
Los condenados a muerte estadounidenses esperan trece años en promedio antes de ser ejecutados, un lapso considerado excesivo y que abre un debate sobre las condiciones de la justicia en Estados Unidos.
Esperan solos, en pequeñas celdas durante quince o incluso veinte años antes de ser ejecutados.
Para los condenados a muerte, la sentencia es tan solo el inicio de un largo y penoso camino hacia la ejecución.
Esto ha hecho que se abriera el debate sobre si esto no constituiría una doble condena y una violación a la Constitución de Estados Unidos.
Durante el tiempo que esperan su condena, los prisioneros se encuentran confinados en sus celdas durante 23 horas por día con visitas limitadas.
Sus actividades muchas veces se reducen a la nada, y matar el tiempo es lo único que les queda.
En 2005, 137 de 3.263 prisioneros condenados a muerte, tenían más de 60 años, una cantidad cuatro veces mayor que la década anterior.
En Kentucky (este), en los últimos treinta años, más condenados a muerte han fallecido por causas naturales que por ejecuciones.
El estado de Pensilvania (noreste) ejecutó a sólo tres personas desde 1976 pero sigue condenando a muerte a cuatro personas por año en promedio, y actualmente tiene a 225 prisioneros esperando su ejecución.
California por su parte tiene 694 condenados a muerte, el récord en Estados Unidos, pero todas la ejecuciones han sido suspendidas desde enero de 2006 debido a una batalla legal sobre los métodos de inyección letal utilizados.
"Las personas condenadas a muerte viven con la amenaza de la muerte, lo que resulta en un trauma psicológico y se les niega los pocos derechos que tienen las personas en prisión y que hacen la vida un poco más tolerable", afirma Craig Haney, profesor de psicología de la Universidad de California en Santa
Cruz.
"Quedan tan disminuidos y abatidos que terminan por darse por vencidos", dijo Haney a la AFP.
Algunos prisioneros, como Lawrence Reynold- condenado en Ohio en 1994- terminan suicidándose por las penosas condiciones de vida y la depresión que esto conlleva.
Si bien la Suprema Corte de Justicia rechazó en varias ocasiones considerar formalmente las largas esperas como una violación de los derechos, dos Tribunales Supremos han cuestionado esta manera de proceder.
En marzo de 2009 por un caso de ejecución en Florida, el juez Stephen Breyer cuestionó si la Constitución permitía la ejecución luego de un lapso de 32 años.
Un retraso del que es responsable en gran parte el estado.
En diciembre de 2009, el juez John-Paul Steven también analizó este hecho en el caso de un prisionero que esperaba su condena hacía 29 años.
Pero otros jueces afirman que la espera es simplemente una función de un largo proceso de apelación que busca proteger el derecho del prisionero a revertir su condena.
AFP
Esperan solos, en pequeñas celdas durante quince o incluso veinte años antes de ser ejecutados.
Para los condenados a muerte, la sentencia es tan solo el inicio de un largo y penoso camino hacia la ejecución.
Esto ha hecho que se abriera el debate sobre si esto no constituiría una doble condena y una violación a la Constitución de Estados Unidos.
Durante el tiempo que esperan su condena, los prisioneros se encuentran confinados en sus celdas durante 23 horas por día con visitas limitadas.
Sus actividades muchas veces se reducen a la nada, y matar el tiempo es lo único que les queda.
En 2005, 137 de 3.263 prisioneros condenados a muerte, tenían más de 60 años, una cantidad cuatro veces mayor que la década anterior.
En Kentucky (este), en los últimos treinta años, más condenados a muerte han fallecido por causas naturales que por ejecuciones.
El estado de Pensilvania (noreste) ejecutó a sólo tres personas desde 1976 pero sigue condenando a muerte a cuatro personas por año en promedio, y actualmente tiene a 225 prisioneros esperando su ejecución.
California por su parte tiene 694 condenados a muerte, el récord en Estados Unidos, pero todas la ejecuciones han sido suspendidas desde enero de 2006 debido a una batalla legal sobre los métodos de inyección letal utilizados.
"Las personas condenadas a muerte viven con la amenaza de la muerte, lo que resulta en un trauma psicológico y se les niega los pocos derechos que tienen las personas en prisión y que hacen la vida un poco más tolerable", afirma Craig Haney, profesor de psicología de la Universidad de California en Santa
Cruz.
"Quedan tan disminuidos y abatidos que terminan por darse por vencidos", dijo Haney a la AFP.
Algunos prisioneros, como Lawrence Reynold- condenado en Ohio en 1994- terminan suicidándose por las penosas condiciones de vida y la depresión que esto conlleva.
Si bien la Suprema Corte de Justicia rechazó en varias ocasiones considerar formalmente las largas esperas como una violación de los derechos, dos Tribunales Supremos han cuestionado esta manera de proceder.
En marzo de 2009 por un caso de ejecución en Florida, el juez Stephen Breyer cuestionó si la Constitución permitía la ejecución luego de un lapso de 32 años.
Un retraso del que es responsable en gran parte el estado.
En diciembre de 2009, el juez John-Paul Steven también analizó este hecho en el caso de un prisionero que esperaba su condena hacía 29 años.
Pero otros jueces afirman que la espera es simplemente una función de un largo proceso de apelación que busca proteger el derecho del prisionero a revertir su condena.
AFP
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